Dona camina por un largo camino que conduce hasta la misma choza a las afueras del pueblo donde aquel hombre le había facilitado los venenos. El camino es empinado y muy espeso. Nadie camina por allí porque son tierras de muy malas famas, utilizado generalmente por bandidos, piratas, asesinos, según las creencias de los pueblerinos.
Ella va embelesada tratando de esquivar las hierbas malas mientras el soldado la sigue, no tan de cerca, pero sin perderla de vista del todo.
Dona se siente algo extraña, como si estuviera siendo observada. Reduce sus pasos y se queda atenta por unos segundos, sin atreverse a mirar atrás porque muy probablemente alguna persona la está siguiendo.
Ahora se encuentra en una encrucijada. No parece ser buena idea ir junto a aquel hombre en este momento, porque si
