Aun mareado, Artur se sienta en su cama luego de un arduo trabajo. Todo su maldito cuerpo duele. Su cabeza palpita fuerte y constante impidiéndole pensar con claridad.
—Su majestad, no es conveniente que se levante, aún está delicado —El médico se sorprende cuando entra a la habitación al verlo sentado. —Por favor recuéstese, necesita mucho reposo para recuperar sus fuerzas.
—Lo que tengo es mucho que hacer, eso del reposo no es asunto de reyes —intenta ponerse de pie, pero sus piernas ceden y cae nuevamente a la cama.
—Le dije que no está apto para caminar todavía, majestad. Su salud está delicada. Por favor, debe acostarse.
Artur resopla y se acuesta nuevamente. Odia que le ordenen lo que debe hacer, pero nunca se había sentido tan débil, por lo que no le queda de otra que hacer caso
