Para cuando la tarde se convirtió en el anochecer, me las arreglé para mantener las fotografías fuera de mi mente durante más de cuatro horas. Todavía pensaba que la negación era una opción plausible; las imágenes no existían hasta que decidí qué iba a hacer con ellas.
Cuando la depresión de la noche me golpeó y pensé en irme a casa temprano y sumergirme en el baño durante unas horas, recibí un correo electrónico de Gen. Sabía lo que era sin abrirlo, Gen se había dedicado a hacer una ronda semanal de mejores artículos sobre Harry Steele y luego enviándome la lista.
Mis últimos viernes por la noche consistieron en correos electrónicos de ida y vuelta con Gen hablando de Hardy y su loca vida que parecía llevarlo por todo el mundo con trajes que le quedaban bien para el trabajo y camisas co
