NARRA GUILLERMO
—Mucho gusto, señorita —estiré mi mano para saludarla. Ella con timidez corresponde.
—El gusto es mío, señor Amador —sin verme a los ojos solo me extiende la carpeta en sus manos. Le invito a sentarse mientras trato de concentrarme en lo que dice en sus documentos y no ella. Leo que tiene educación básica y que tiene 2 años trabajando para la agencia donde solicite sus servicios. Cartas de recomendación de otras familias donde cuida de sus hijos de manera ocasional y sus documentos en caso de que se suscite una emergencia.
Dejo la carpeta sobre la mesa y la miro que sigue con su cabeza hacia abajo, mientras juega con sus manos.
—Amanda… —mencioné llamando su atención. Sus ojos me miraron desconcentrándome de nuevo y dejando escapar de mi mente las palabras que iba a de
