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ATRACCIÓN INMORAL

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Blurb

Arlette y Cassian se encuentran atrapados en un torbellino de emociones prohibidas. Arlette, la leal y compasiva mejor amiga de la novia de Cassian, se ve irresistiblemente atraída por la intensidad y la vulnerabilidad oculta tras la fachada impenetrable de Cassian.

En medio de un círculo social donde las apariencias lo son todo, su romance clandestino florece en las sombras, alimentado por la complicidad y el deseo ardiente que amenazan con desgarrar la amistad y las lealtades preestablecidas.

Mientras luchan por mantener su amor en secreto, Arlette y Cassian se enfrentan a dilemas morales y a la presión aplastante de las expectativas sociales. ¿Serán capaces de resistir las fuerzas que conspiran en su contra o sucumbirán ante la pasión que arde entre ellos, arriesgando todo por un amor que nunca debería haber sido?

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CAPITULO | 01 |
El alba se filtraba tímidamente por las cortinas de mi habitación cuando me enfrenté al portal de la casa que alguna vez llamé hogar. Cada paso hacia la puerta principal estaba impregnado de una determinación mezclada con el peso de los recuerdos dolorosos que habitaban en cada rincón de aquella morada. Sabía que ese día marcaría el comienzo de una nueva vida, lejos de los tormentos que habían sido mi realidad durante demasiado tiempo. Mis padres, sombras de los monstruos que alguna vez amé, me miraron con ojos fríos y manos que no ofrecieron consuelo. Su silencio era más elocuente que cualquier palabra, sus gestos más crueles que cualquier golpe físico. Apreté los dientes con fuerza, reprimiendo el grito de dolor que amenazaba con escapar de mi garganta, y me alejé de ellos con pasos decididos. —Es hora de irme —murmuré, sintiendo el nudo en mi garganta amenazar con ahogarme. No sé porque pensé que ellos me despedirían, cuando en primer lugar, nunca estuvieron de acuerdo con mi decisión. Mas que nada, porque ya no podían seguir aprovechándose de mí. —No volverás —, fue la respuesta helada de mi padre, su voz cortante como un látigo. —Ya es suficiente —, intercedió mi madre con voz temblorosa, pero su débil protesta se perdió en el vacío de la casa. Con el corazón lleno de tristeza y alivio a partes iguales, me di la vuelta y abandoné el único hogar que había conocido, sin mirar atrás. La plaza central, testigo mudo de mis alegrías y mis angustias, me recibió con una brisa helada que parecía susurrar palabras de aliento en mi oído. Y allí estaba ella, Elena, mi amiga de toda la vida, con su aura de elegancia y privilegio que solo servía para resaltar la oscuridad que me rodeaba. A pesar de nuestras diferencias abismales, sabía que ella sería mi salvación en ese momento de desesperación. Cuando Elena me ofreció refugio en su apartamento en la ciudad, sentí que un rayo de luz se filtraba entre las sombras que habían oscurecido mi existencia. La gratitud se mezclaba con el temor de lo desconocido, pero en ese instante, decidí que cualquier cosa sería mejor que la pesadilla que había sido mi vida hasta entonces. Tomé su mano con manos temblorosas, aferrándome a la esperanza de un mañana diferente. —¿Estás segura de que tu novio no se molestará por invitarme a quedarme contigo? —pregunté con una sombra de preocupación en mi voz mientras miraba a Elena, mi mejor amiga desde la infancia. Ella me ofreció una sonrisa tranquilizadora, aunque sus ojos parecían esconder una historia más compleja. —Él no vive conmigo, Arlette. Es un hombre de negocios, siempre ocupado con sus asuntos. A veces pasan semanas antes de que pueda verlo. Fruncí el ceño, perpleja ante la dinámica desconcertante de su relación. —Parece una situación bastante peculiar. Elena encogió los hombros con indiferencia, como si el tema no mereciera más que un encogimiento de hombros. —La verdad, me da igual. Mientras siga aportando dinero, puede hacer lo que quiera. La declaración me dejó sin aliento, sorprendida por la falta de afecto en sus palabras. ¿Cómo podía conformarse con una relación basada únicamente en la transacción de dinero? Una sensación de tristeza se apoderó de mí, preguntándome qué vacío emocional podría estar intentando llenar con esa fachada de seguridad financiera. Antes de que pudiera encontrar las palabras adecuadas para responder, Elena cambió de tema, como si la conversación no hubiera tenido lugar. Sin embargo, el eco de sus palabras resonaba en mi mente, dejándome con una sensación de inquietud que no pude sacudir. Mientras Elena hablaba, mi mente vagaba hacia las profundidades de nuestra amistad. Habíamos crecido juntas, compartiendo risas, secretos y sueños en este mismo pueblo que ahora dejaba atrás. Pero a medida que el tiempo pasaba, nuestras vidas habían tomado rumbos divergentes, revelando grietas en nuestra relación que antes no existían. Elena, con su belleza deslumbrante y su apellido prestigioso, había sido siempre el centro de atención, la niña mimada de padres que parecían medir el valor de todo en términos de riqueza y estatus. Aunque nunca lo había admitido en voz alta, siempre me había sentido como una sombra en su presencia, una figura borrosa en el fondo de un cuadro pintado con los colores vibrantes de su vida privilegiada. La indiferencia con la que hablaba de su novio, cuya ausencia y desapego parecían reflejar la vacuidad de su propia existencia, solo confirmaba mis sospechas sobre la superficialidad de su mundo. Mientras Elena hablaba de él como si fuera poco más que un cajero automático con patas, yo no podía evitar sentir una punzada de tristeza por la falta de amor y conexión en su vida. Sin embargo, mis propias preocupaciones se veían eclipsadas por la sombra oscura que se cernía sobre mi propio hogar. Mis padres, con su violencia y su ira, habían sido mi cárcel durante demasiado tiempo. Cada día era una lucha por la supervivencia, una batalla constante contra las palabras hirientes y los golpes que llovían sobre mí como un tormenta interminable. Observando la plaza que dejábamos atrás a través de la ventanilla del automóvil, reflexioné sobre mi decisión de seguir a Elena a la ciudad. ¿Realmente quería sumergirme en el mundo frívolo y materialista que ella representaba, o era el miedo a lo desconocido lo que me empujaba hacia adelante? Mis padres, con su crueldad y su falta de empatía, habían sido mi única constante en este mar de caos. Pero incluso su presencia tóxica no podía protegerme de la necesidad de encontrar mi propio camino, lejos de las sombras que habían oscurecido mi vida durante demasiado tiempo. Con un suspiro, aparté mis pensamientos y me obligué a mirar hacia adelante, hacia el horizonte desconocido que se extendía ante mí. Sea cual sea el futuro que me esperaba en la ciudad, estaba decidida a enfrentarlo con valentía y determinación, dejando atrás el peso de las expectativas ajenas para abrazar la libertad de ser quien realmente era. —Me sorprende que tus padres te permitieran salir del pueblo —comento elena, pensativa —Pensé que harían un escándalo. —No pueden. La última vez que me golpearon me fracturaron dos costillas. Elena asintió lentamente, su expresión ensombrecida por la gravedad de mis palabras. —Vaya... no tenía idea. La sombra del pasado se cernía sobre nosotros, recordándonos la oscuridad que había marcado mi vida durante tanto tiempo. La violencia de mis padres, como una bestia adormecida esperando su oportunidad para atacar, había sido mi realidad durante años. Cada golpe era un recordatorio brutal de mi lugar en el mundo, una cárcel invisible que amenazaba con aplastar mi espíritu. —El médico del hospital estaba a punto de denunciarlos —, continué, mi voz apenas un susurro cargado de dolor —Pero accedí a dejarlo pasar, con la única condición de que me permitieran irme a la ciudad. Elena me miró con ojos llenos de compasión, su corazón pesando con la carga de mi sufrimiento. —Lo siento mucho, Arlette. No tenía ni idea de lo que estabas pasando. —No tienes por qué disculparte —, respondí, intentando esbozar una sonrisa que apenas ocultaba la tristeza en mi corazón —. Gracias por estar aquí para mí. Elena inclinó la cabeza, sumida en sus pensamientos. —¿Crees que volverás algún día? La pregunta resonó en mi interior como un eco lejano, desencadenando una tormenta de emociones contradictorias. Por un lado, el deseo de escapar para siempre de aquel lugar lleno de dolor y sufrimiento se aferraba a mi alma como un ancla, recordándome las razones por las que me había marchado. Pero, por otro lado, una parte de mí anhelaba la redención, la posibilidad de volver algún día como una versión más fuerte y valiente de mí misma, lista para enfrentar los demonios del pasado y reclamar mi lugar en el mundo. —No lo sé —, murmuré finalmente, mi voz apenas un susurro cargado de incertidumbre. —Quizás algún día... cuando las heridas hayan sanado y el miedo ya no me domine. Elena asintió en silencio, comprendiendo la complejidad de mis sentimientos. Sabía que mi camino hacia la sanación sería largo y lleno de obstáculos, pero estaba dispuesta a acompañarme en cada paso del camino, ofreciendo su apoyo incondicional como un faro de luz en medio de la oscuridad. Juntas, nos sumergimos en un silencio reconfortante, dejando que el peso del pasado se disipara con el suave murmullo del viento. A través de la ventana del automóvil, el paisaje familiar se desvanecía lentamente, dejando atrás los fantasmas del pasado mientras nos dirigíamos hacia un futuro incierto pero lleno de posibilidades. Con cada kilómetro que nos separaba del pueblo que una vez llamé hogar, sentía cómo el peso de la opresión se desvanecía, dejándome libre para abrazar el futuro con valentía y determinación. Y aunque el camino hacia la sanación sería largo y tortuoso, sabía que mientras tuviera a Elena a mi lado, nunca tendría que enfrentarlo sola.

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