Carlos Fontaine Me acerco aún más a ella mientras voy rozando lentamente sus labios. Su pecho sube y baja en movimientos rápidos y su respiración se acelera visiblemente al igual que la mía. Y muy lentamente y con mucho cuidado, voy dejando pequeñas mordidas en su mandíbula sin dejar de mirar sus ojos y a cómo va reaccionando a mí toque. De pronto cierra los ojos y sus párpados mojados me dan un espectáculo muy único. Es tan hermosa que podía perder mí cabeza por ella o darle mi vida entera si así lo prefiere. Sé exactamente lo que espera cuando sus labios se separan muy levemente a medida que la distancia entre nuestras bocas es menor, es lo que yo deseo también, pero decido por su bien no dárselo. No aquí, no ahora. —Pequeña... —susurro encima de su boca sintiendo su aliento mezcla