Carlos Fontaine
Despierto de lo que parece ser una larga pesadilla, pero no es así.
Abro los ojos lentamente y voy checando el lugar muy despacio y mi peor temor se confirma. Estoy aquí sentado en el suelo de la habitación de Emma con ella frente a mi sollozando temblorosa.
—Dios mío, ¿Qué hice? —me desespero al verla en ese estado. Mi corazón amenaza con salirse por mi boca en el momento que me doy cuenta de lo que pasó.
—No, por favor. Otra vez no... —ruego en mis adentros.
Mis manos tiemblan cuando me acerco a ella y veo la escena. ¿Cómo fui capaz de hacerle eso a mí pequeña?
La tomo en mis brazos muy despacio para no lesionarla más y la llevo a la cama colocándola contra mi pecho. Al sentir como todo su cuerpo está debilitado y temeroso de mi toque, no puedo evitar llorar. Lloro
