La dejé disfrutar de la polla de David y me dediqué a masajear y besar sus pezones que tan loco me volvían. David continuó follándosela haciendo que se corriera un par de veces antes de que él lo hiciera. Cuando lo hizo descargó toda su carga de semen sobre el vientre de ella, con cuatro o cinco disparos blancuzcos y espesos, no bien hubo acabado lo recogió con la lengua y se lo ofreció a ella en varios besos, sus bocas chorreaban semen por las comisuras y se afanaron en limpiárselo el uno al otro hasta que no quedó nada. Yo, que me había separado mientras acababan no salía de mi asombro, si me hubieran contado algo así hasta hace un rato hubiera puesto un gesto de repugnancia seguro, pero aquello fue algo que aún contribuyó más a excitarme sobremanera. Ella permaneció sobre la mesa mi