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El médico me llevo en sus brazos fuera del calabozo y el guardia qué había sobornando con mi anillo de bodas, nos guio hacia una estancia médica en donde pudieron atender mi herida diligentemente. —Vigilare el perimetro—sugirió aquel guardia y un segundo después se había marchado. —¿Podemos confiar en él ?— cuestionó el medico a mi madre. —No lo sé—respondió ella—pero él también esta metido hasta el cuello en esto, si nos descubren, él también caerá con nosotros. El médico continuó con su trabajo, lavo y desinfecto la herida para después comenzar a suturar. Mi madre se aproximó y me tomo de la mano mientras trataban mi herida, sus ojos llorosos, casi al punto de las lágrimas me miraban con ternura y en vez de llorar, sonrió para mi. —¿Mamá, porque estas aquí? — me atreví a preguntar,