SILVIA En cuanto Jason se hubo marchado, cogí rápidamente mi teléfono y procedí a llamar al número que 'Marcus' -el secuestrador de Italia- me había dejado. —Hola, cariño—, saludó fríamente su áspera voz. —Marcus—. Respondí en tono cortante. —¿Recibiste el dinero ayer? —Ah, sí. El Jefe estaba muy contento. Suspiré aliviado. —Mira, ahora que he hecho esto, ¿podrías dejarnos en paz a mi novio y a mí? —¿Qué?— Se rió a carcajadas mientras mis cejas se fruncían de confusión. —¡Cariño, eso ni siquiera era el principio de lo que te espera! —¿Qué? Susurré, con el corazón encogido. —¿Qué te he hecho? ¿Por qué haces esto? —Solo cumplo órdenes, señora—afirmó con sencillez. —Mi jefe me da órdenes, yo las cumplo. —¿Quién es tu jefe?— pregunté pasándome los dedos por el pelo. —Ya lo verás alg
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