SILVIA —¡Oh, Dios mío, no!— Se rió. —¡Es mi hermano mayor! Vaya, nunca había oído palabras tan aliviadoras, pensé, feliz. —¿Cómo no le había visto antes? Perdona, soy una entrometida—me disculpé. —¡Para nada! He estado viviendo en España los últimos años, estudiaba allí—, me explicó. —Allí conocí a Zac... ¡Le daba mil vueltas a la mitad de los españoles! —Suena de ensueño—, observé mientras soltábamos una risita. —Nos conocimos durante las dos primeras semanas después de mi llegada a España y congeniamos enseguida. Era dulce, amable y divertido... Sinceramente, pensé que era el indicado—, dijo mirándome, con expresión ligeramente avergonzada. —Bueno, en fin, estuvimos juntos dos años y yo sabía que me engañaba de vez en cuando, pero creía de verdad que le quería, así que fingí que no