—Lo siento mucho—sollocé en voz baja, poniendo mi mano en la suya. —Todo esto es culpa mía.
—¿Esas lágrimas son por tu jefe de mierda, Silvia?— Su voz ronca sonó de repente. Apretó mi mano suavemente antes de soltarla.
—¡Sr. Knight!— Dije exasperada. —Dios, ¿estás bien?
Está claro que no, ¡idiota!
—He estado mejor—sonrió perezosamente mientras intentaba sentarse antes de hacer una mueca de dolor.
—¡No hagas eso!— le espeté mientras me miraba sorprendido.
—¿Qué demonios ha pasado?—Preguntó juntando las cejas.
—Te... Te dispararon hace unas horas—. Dije en voz baja.
—Al menos no estoy muerto—habló finalmente.
—Por favor. No vuelvas a hacer eso—dije suspirando.
—Créeme, no pienso dejar que me maten en un futuro próximo—, sonrió mientras yo me sentaba aliviada en la silla junto a su
