JOSHUA Iñaki despertó luego de que limpié el desorden que había hecho con el aceite. — ¡Papi! ¡Papi! —Corrió a abrazarme con sus manitas para rodearme las piernas. Aún estaba en la habitación de Fanny con el trapeador en mano. — ¡Hey campeón! —Lo saludé tomándolo por los brazos y cargándolo— ¿Tienes hambre? — ¡Sí! ¿Tú comes croquetas? Reprimí una carcajada por las ocurrencias de mi hijo. — No, pero si como unos waffles con chocolate ¿quieres? — Mi mamá no me deja comer dulces. — Bueno, estás con papá. — ¡Sí! —Llevé una mano a su cabello para despeinarlo—. ¡Mis poderes te curaron! Madre santísima, a este niño no se le escapaba nada. Sonreí. — Algo así, tienes unos poderes excepcionales. — ¿Verdad que sí papá? — Definitivamente ¿Sabes dónde está tu ropa? —Le pregunté