ESTEFANÍA Me había acalorado el momento incómodo entre Joshua y Marcelino. Parecía como si se hubieran sumergido en una competencia por saber quién debe tener más mi atención, o al menos esa sensación me dio. Me ponía nerviosa estar al lado de Joshua y esperaba que esa sensación se fuera conforme pasaran los días. No quería tener una mala relación con él por nuestro hijo, que desde el primer momento que vio a su papá lo empezó a adorar. Me lo dio en brazos para que lo colocara en la silla del auto por que no podía ponerlo por sus manos vendadas. En ningún momento me dejó de ver mientras me pasaba al niño. Decidí centrar la mirada en mi hijo y el asiento. Sentí su mirada clavada en mi espalda, tenía que tranquilizarme o de lo contrario terminaría haciendo cosas de las que después me po