JOSHUA Elio insistió en acompañarme. Al principio me había negado a su ayuda hasta que al final de cuentas el dolor me hizo tragarme el orgullo y finalmente acceder a la ayuda. Llegamos al hospital en su auto y entramos por urgencias. La evaluación fue rápida con los doctores pues en cuanto entré acompañado de Elio supe la influencia que tenía solo por ser él. Un par de enfermeras llegaron con una silla de ruedas y me ingresaron a una sala de revisión. — ¿Viene acompañado? —Me preguntaron de camino a revisión. — Viene conmigo —. Dijo Elio sin dudarlo. — Entiendo señor Guinot pero si el paciente requiere ser internado tendrá que venir alguien a cuidarlo —. Dijo una de las enfermeras. — Puedo llamar a un amigo si ese fuera el caso —. Apenas podía hablar por que el dolor abdominal er