ESTEFANÍA Nunca había recibido un beso forzado que no fuera de Joshua y sabía tan diferente. Con Josh las sensación de haber vuelto a la vida en medio de un tumulto de mariposas en mi vientre que me hacían flotar, haciendo que mi corazón hiciera vibrar mi pecho por haberme encontrado con él, y sentir que seguía siendo correspondida no tenía comparación. En cambio con Marcelino sentía absolutamente nada. No sentía más allá de la incomodidad por algo forzado. Por él solo sentía gratitud por haberme dado la oportunidad y lo veía como a mi mentor, un amigo, nada más allá, pero se estaba convirtiendo en un dolor de cabeza. — ¿¡Qué está pasando aquí!? —preguntó una voz que me hizo reaccionar y aventar a Marcelino lejos de mí. En un impulso fui hacia a él y descargué que mi indignación con