CAPÍTULO CINCO Riley estaba hiperventilando mientras trataba de darle sentido a lo que acababa de pasar. «Seguramente puedo impugnar esta decisión», pensó. La agencia y el abogado podrían encontrar pruebas sólidas de la conducta abusiva de Scarlatti. Pero ¿qué sucedería en el ínterin? Jilly jamás se quedaría con su padre. Volvería a huir… y esta vez podría desaparecer para siempre. Quizá nunca la volvería a ver. Todavía sentado en el banco, el juez le dijo a Jilly: —Señorita, creo que deberías ir con tu padre. Para sorpresa de Riley, Jilly parecía completamente tranquila. Ella apretó la mano de Riley y susurró: —No te preocupes, mamá. Todo va a estar bien. Se acercó al lugar donde Scarlatti y su novia estaban ahora de pie. La sonrisa de Albert Scarlatti parecía cálida y acogedora