En la limusina Marianela temblaba y no era precisamente de frio. Los nervios iban a acabar con ella. Vio que el estacionamiento de la galería estaba abarrotado de limusinas y autos de lujos. Su corazón comenzó a latir fuerte. Se sentía como la cenicienta. Frota sus manos para tratar de calmarse. Chase se acerca a ella y toma sus manos entre las suyas. —Hermosa —Marianela sale de sus pensamientos. Había olvidado que él estaba allí, junto a ella. Por el camino no había dicho ninguna palabra. Sentía sus nervios en su garganta. No era capaz de articular una frase completa sin tartamudear. Mira las manos de Chase entre las suyas, el efecto es contrario a lo que espera. Como puede va separando sus manos de las de él. —Tenemos una conversación pendiente —dice y Marianela asiente. — ¿Seguro q