El rostro de Dimitri cambio por completo. Su sonrisa se desvaneció al ver a su hermano menor. No es que le moleste que Arnold llegue, siempre ha sido de gran ayuda para la crianza de su pequeño, pero este era su tiempo con su hijo.
—Arnold no te esperaba hoy. —dice sincero, lo esperaba para la próxima semana. Se levanta de su silla para recibir a su hermano con un fuerte abrazo.
—¡Tío! – grita Mathew emocionado al ver a su tío favorito entrar al comedor. Corrió hasta sus brazos. Este lo recibió con los brazos abiertos.
Marianela vio la escena desde su lugar, el hombre parecía de algunos veinticinco años, en su apariencia se veía que era un alma libre, llevaba una chamarra de motociclista negra, unos jeans rotos y un jersey blanco. Es un chico muy guapo. Tiene una sonrisa encantadora y una mirada que cautiva a cualquiera. La chica se mantuvo callada, en ese momento sintió que estaba demás en la mesa, Dimitri volvió a su lugar para beber un poco de su café, pero no se sienta, observa a Marianela mirar como su hermano interactúa con su hijo.
—Este enorme campeón – lo abraza— Cuéntame, ¿Como te va? Vas a tener mucho tiempo para que me cuentes todas tus nuevas aventuras. —Math asiente feliz.
Marianela se levantan de la mesa en silencio, pero Dimitri la toma del brazo para que no se mueva. Sus miradas chocaron, la de él era puro fuego mientras que la de ella era confusión. Ella no dijo nada solo volvió a la silla que estaba tratando de abandonar.
—¿Desayunas? –pregunta Dimitri señalando la silla de al frente.
—Claro, tengo un hambre, sé que mi bella nana echó para mi algo. – la abraza y deja un beso en la frente. La mujer mayor que solo sonreía de felicidad. Él es como su hijo mejor. —¿verdad nana?
—Claro que si mi niño, me alegro verte por aquí. —dice la señora mayor.
—Eres la mejor –toma asiento y le tira un beso desde su lugar–. ¿Y esta belleza? –se dirige a Marianela. Esta baja su mirada, se sentía nerviosa, no sabía ni que decir, ni cómo reaccionar. Por un lado, estaba la simpatía del chico a su lado y por el otro la mirada amenazante de su jefe.
— Arnold compórtate —advierte Dimitri— Ella es la señorita González, la nueva niñera de Math. —concluye el mayor de los Stone.
—Auch, campeón, pero a ti si te tocan niñeras hermosas. –dice y Mathew asiente orgulloso.
—¡Arnold! –Dimitri lo mira amenazante. Él sabe cuan mujeriego es su hermano y Marianela no le parece mujer para él.
—Ya, bien —levanta sus manos en son de paz—. Bueno, desayunamos, me estoy muriendo de hambre. – dice al ver que Gertrudis poner su planto en la mesa, pero este lo cambia, para quedar al lado de Marianela.
—Espero no le moleste que me siente a su lado. —dice y Marianela niega con una hermosa sonrisa nerviosa. Dimitri aprieta los cubiertos al ver el coqueteo de su hermano con la joven mujer.
—¿Por qué no comemos ya? –dice contrayendo sus mandíbulas. No entiende el por qué, pero el hecho que Marianela le haya sonreído le molesta y más de lo que él pudiera imaginarse. Dimitri trata de disimular su coraje, pero su reacción no pasa desapercibida para Arnold y Gertrudis quienes lo conocen mejor que el mismo.
—Hoy es un día soleado, porque no vamos a la alberca y hacemos un picnic. A esta casa le hace falta acción. —dice animado Arnold llevando los huesos revueltos a la boca.
—Sí —dice Math mientras con la boca llena de frutas.
—Math, que te comenté sobre hablar con la boca llena. —le llama la atención Marianela, pero este sonríe con sus dientitos llenos de fruta. —Marianela sonríe y niega al verlo.
—No es tiempo de picnic, Arnold. —escupe Dimitri.
—¿Y tú que dices? —dice dándole con el codo a Marianela. Ella mira a Mathew y luego a su jefe que la miro con cara de pocos amigos.
—Señor, yo solo soy una empleada, mi opinión no cuenta. – dice y Dimitri asiente feliz por la respuesta, si hubiera sido otra le hubiera reído las gracias a Arnold. Era más o menos de su edad.
—Ná, patrañas, si estas en esta mesa sentada es porque ya eres parte de la familia. – dice y mira a Dimitri — ¿Verdad hermano?
—No, la señorita tiene razón, ella solo es la niñera de Math, además está sentada en la mesa porque Mathew así lo ha pedido, no porque me agrade compartir con la servidumbre. —escupe lleno de coraje. No permitirá que ella piense que es más por estar sentada a su lado.
—Bueno, pero conste que te invite en calidad de amigos. Como no aceptaste, te ordeno como tío de Mathew que nos tienes que acompañar para que cuides de mi sobrino. —Marianela lo mira horrorizada, eso es manipulación— Así que cuando terminemos aquí puede ir a arreglar todo para que mi sobrino favorito y yo juguemos en la alberca.
—Como ordene el señor. —Marianela baja la mirada, Dimitri quería romperle la cara a su hermano, como le iba a ordenar tal cosa.
—Oh y recuerda ponerte un traje de baño, ya sabes, por eso de tener que rescatar a mi sobrino —dice coqueto y le quita un ojo. Dimitri no aguanto más.
—¡No … —Dimitri da con su puño en la mesa! —Nadie irá a la alberca, mi hijo y yo nos iremos a dar un paseo. Saque el día para eso y ni tu ni nadie me lo va a cambiar. —Arnold lo mira con una sonrisa en los labios.
—Lo que tu digas hermanito. —dice restando importancia a lo que dice Dimitri.
—Señorita, por favor, lleve a mi hijo a cambiar. —esta así lo hizo, salió del comedor y subió con Mathew a la habitación.
—Mi tío es lo máximo —dice feliz el niño. Siempre lo ha visto como la figura paterna, La ausencia de Dimitri no se sentía cuando Arnold llegaba a visitarlo.
—¿Te gusta que él venga? —Math asiente—. Qué bueno que vino entonces. —concluye con una sonrisa, le encanta ver a Mathew feliz y si ese chico apuesto lo hacía feliz a ella también. Mathew la abraza fuerte.
—Te quiero mucho Nela.
—Yo también te quiero mi niño bello, ahora vamos que tu padre te debe estar esperando. —Math asiente y bajan tomados de la mano.
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Dimitri entró a su despacho seguido de Arnold. Se sirvió un vaso de coñac.
—Y eso tu pendiente a mi sobrino. Donde hago la raya —dice Arnold haciendo que Dimitri lo mire.
—No empieces —le advierte el hombre mayor.
—Yo no soy ninguno de tus empleados, yo puedo decir lo que me plazca, te guste o no, pero me alegro de que lo empieces a hace. Ya era hora que te olvidaras de la mujerzuela esa. —escupe con desprecio. Para Arnold, Bárbara solo era una arribista. No merecía el amor de su hermano, pero quien lo haría cambiar de opinión
—No te atrevas a … —Arnold lo enfrenta.
—Qué, lo mejor que le paso a Mathew fue no conocer a su madre. —dice con verdadero odio. Se que será muy feliz sin ella.
—No te voy a permitir que ensucies la memoria de mi esposa. —Arnold ríe con sarcasmo.
—Semejante esposa te fuiste a buscar —dice, Dimitri va a hablar, pero en ese momento escuchan la puerta del despacho.
—Adelante —dice esa conversación no se quedaría ahí. La puerta se abre despacio.
—Señor, Mathew ya está listo para su salida. —dice Marianela una vez lo ve.
—Gracias ahora salgo. —dice y ella asiente saliendo del despacho—. No creas que esto se va a quedar así, cuando vuelva terminaremos esta conversación. —dice señalando a su hermano que sonreía como si nada le afectara.
—Cuando quieras te presento mis argumentos, pero te advierto nada te va a gustar. —dice y Dimitri sale del despacho.
Camina hasta el recibidor donde ve a Marianela un poco reclinada ajustando el abrigo de su pequeño hijo. Miro su cuerpo y suspiró, es una chica delgada, pero tiene sus piernas muy bien torneadas, una cintura de avispa y unas hermosas caderas, estas hacen que su uniforme le quedara demasiado bien para su gusto. No pudo dejar de imaginársela en esa posición en su despacho. De solo pensarlo se puso duro. Antes que se dieran cuenta trató de acomodar su pantalón, pero en ese momento su hermano se acercó a él.
—Es hermosa, con ella si me atrevo a sentar cabeza. —escuchar el comentario de su hermano hizo que su sangre comenzará a hervir en sus venas.
Camina hacia ellos y carraspea su garganta avisando que estaba ahí. Marianela de acomodo la falda de su uniforme. Dimitri cambio la mirada.
—Señor en la mochila esta todo lo que él va a necesitar. —Dimitri mira a Arnold que le guiño un ojo y luego a Marianela tan inocente. Sobre su c*****r la dejaría a merced de Arnold.
—Señorita usted vendrá con nosotros. —dice, Arnold sonríe y niega.
—Como ordene señor, voy a bus… —se ve interrumpida por su jefe.
—No se preocupe solo iremos a dar un paseo por el río Hudson y volveremos. –Marianela asintió y toma la mano del niño.
—Ah no, si todos se van, yo también voy —dice Arnold. Dimitri no pudo decirle que no al ver el rostro iluminado de su hijo.
Todos montaron en el auto personal de Dimitri. Marianela acompaña a Mathew en la parte trasera del auto mientras Arnold y Dimitri iban al frente. El paseo fue algo largo, comieron en un Fast —Food el almuerzo de forma rápida y volvieron a la casa. Marianela se reía por las ocurrencias de Arnold, que era un verdadero payaso. Ya podía entender que Mathew lo quería. Dimitri por su parte la espiaba por el retrovisor. Le parece una diosa cuando sonríe. El trata de interactuar, pero su lado gracioso no fluía, se sentía demás en el auto. Cuando llegaron a la casa ya sería casi hora de la cena. Todos subieron para darse un merecido y reparador baño. Marianela ayudó a Math a prepararse para la cena una vez listos bajaron para reunirse en el comedor. Marianela se sentía incomoda así que decidió ayudar a Math para marcharse. Llegando a la puerta que da a la cocina.
—Señorita González, creo que le había pedido que nos acompañe a la mesa desde hoy en adelante —la voz de Dimitri la hace detenerse.
—No se preocupe, puedo… —se ve interrumpida por un enérgico Arnold.
—Nada de eso, ya escucho al patrón. —Arnold se levantó para acercarla a la mesa. Dimitri sintió como corría fuego por todo su cuerpo, pero calló, en cambio bebió todo el vino de su copa.
Arnold le ayudo a sentarse al lado suyo. A Dimitri no le gusto para nada tenerla tan lejos, aunque su razón le decía que era mejor así, que ella era solo una sirvienta más de la casa y si estaba compartiendo la mesa con ella era por su hijo. Solo por él.
—Les quería comentar que como Arnold va a quedarse unas semanas yo voy a aprovechar para tomarme algunos días libres. —A Mathew se le iluminó la mirada. —así que trabajaré desde la casa. Dice sorprendiendo a todos, hasta a él mismo.
— Me alegro hermano, llevabas mucho sin tomarte vacaciones. – dice sincero Arnold.
– Si, bien, Math ¿Quieres ir mañana al parque? —pregunta para captar la atención de su hijo. El niño asiente feliz.
—Te tienes que acostar temprano para que descanses —interviene Marianela con una sonrisa amable.
—Si, lo que digas, pero… —se pone como si estuviera pensando.
—¿Pero qué campeón? —pregunta Arnold.
—¿Marianela va a venir con nosotros? –Dimitri mira a la joven mujer.
—Solo si ella quiere, ¿Qué dice señorita? —Marianela lo mira nerviosa, aun no se acostumbra a los cambios que están surgiendo. No estaba bien que los acompañe, debe ser un día solo para que compartan entre ellos, se conozcan más.
—Si no les molesta, señor. – dice mostrando una media sonrisa. Dimitri va a contestar, pero Arnold se le adelanta.
—A mi jamás me molestas, belleza —Dimitri sentía como iba convirtiéndose en un volante a punto de explotar, pero él no podía permitir que eso sucediera, ella no era nadie para que el reaccione así.
Marianela mira a Arnold para agradecer con una tierna sonrisa. Le encantaba la espontaneidad de Arnold. El chico desde que llegó solo ha hecho que Mathew y ella sonrían. Es muy diferente a su hermano que lo único que sabe es gruñir y ordenar.
—No señorita, no molesta su compañía. —dice Dimitri buscando sonar calmado.
—¡Sí! –grita Mathew.
—Solo si obedeces, comes todos los vegetales y duermes temprano. –dice Marianela y el niño asiente poniendo en su boca algunos vegetales.
Dimitri vio la escena fascinado. Era la primera vez que su hijo obedece a la niñera o al menos eso decían todas, que era un mal portado. La única que no se ha quejado ha sido Marianela quien lo ha tratado con amor. Al igual que ha sido la única que lo ha ignorado por atender a su hijo, quien no lo mira ni siquiera para agradecer. Es como si solo existiera Mathew.
—¿Y tú que vas a hacer después que Math se duerma, preciosa? —pregunta Arnold haciendo que Dimitri salga de sus pensamientos.