Miro la hora en mi reloj mientras voy de camino a mi trabajo, el bus me dejo unas cuadras atrás y para mala suerte mía voy algunos minutos tarde, ya que por estar durmiendo hasta tarde me desperté súper apurada para alistarme y poder llegar a tiempo, y realmente estaba a tiempo si no hubiese sido por el conductor que le dio la gana de dejarme en este lugar porque se bajaron unas personas y pregunto que, quién se quedaba en la siguiente parada y al escucharme a mi decir que yo me bajaba, como si nada me dijo que me iba a tener que bajar aquí para no tener que hacer doble parada, y ¿se supone que yo p**o y él debería de pararse donde yo le pida no? Al final no me dio tiempo se responderle una gran insultada, cuando me di cuenta ya había arrancado y me quedé allí viendo para los lados en esta esquina, y aquí voy, casi que corriendo para que mi jefe no me dé la gran regañada en medio de los clientes.
-llegas cinco minutos tardes Rou-
-lo sé, lo siento Señor Silva, el hombre del bus me di...-
No termine de hablar cuando él ya tenía su mano levantada en señal para que me callara.
-No me interesa Rou tu hora de entrada es a las cuatro en punto, no cuatro y cinco, por favor, espero que no se vuelva a repetir ¿entendido?-
Pongo mi mejor sonrisa y le contesto
-Entendido señor Silva-
Luego que él se marchara hacia su oficina, resoplo por lo bajo, y no es que me caiga mal mi jefe, porque la verdad no, incluso puedo decir que es un hombre muy atractivo, a pesar de que es algo mayor se mantiene bien conservado, es alto, se le ven algunas canas pero sigue pareciendo joven, cuerpo fornido, viste muy bien y a la moda, ojos azules, cara perfilada y ese tono que usa para hablar, lo hace ver como un hombre mayor y experimentado en las cosas de la vida, solamente que su actitud de "soy el rey de este lugar" es lo que me saca de quicio y me hacen querer lanzarle un salero cada vez que me habla, y no sé si lo hace adrede porque lo he visto hablar con las otras empleadas del lugar y se muestra con ellas como un hombre amable, y hasta sonríe pues el señor, pero a mí no, a mí me habla seco, mandón y petulante, pero ¿qué más da? Tengo que soportarlo porque es quien paga mi comida.
Y poniéndome mi gorra con el logo y nombre del local, pongo mi mejor sonrisa para así poder atender a los clientes que dentro de poco comenzarán a llegar a exigir sus pedidos.
Luego de haber tenido un día muy movido, tomando pedidos y sirviendo platos con las mejores comidas, cafés y bebidas, puedo sentarme a descansar mientras las personas encargadas de la limpieza del lugar hacen su trabajo, felizmente cuento mis propinas del día, gracias a mi buen servicio recibo muchas y ellas me ayudan para costear los gastos del mes, como comida, ropa, reunir para mi futuro, pues deseo tener mi propio negocio algún día, amo cocinar y mi sueño es tener mi propio restaurante y poder ofrecer delicioso platos creados por mí.
Mientras espero felizmente al transporte que nos lleva a nuestros hogares, aparece el señor Silva en mi campo de visión
-Rou, te necesito en mi oficina ahora-
Dios, ¿es que acaso este señor no tiene más nada que hacer que estar molestándome a mí? pongo mi mejor cara para responderle que en un momento entro.
Luego de pasar y estar en su oficina realmente estoy un poco nerviosa, el simple hecho de estar a solas con él me pone mal, me intimida con su cara, y es que no sé cómo actuar estando a solas con él.
-Rou, quiero ofrecerte algo-
-¿qué cosa Señor Silva?- pregunto muy segura de mí, pues aunque me intimida, no le daré el gusto de verme flaquear.
-Pues, verás, sé que no estás estudiando, y también sé que quieres ser exitosa en un futuro, y también sé que aunque ganas muy buenas propinas, no te da para darte la vida que sueñas, así que estuve pensando en ofrecerte un trato-
me lo quedo mirando, analizando sus gestos, expresiones y su manera tan directa de hablarme, y aunque mantengo un semblante serio por fuera, por dentro estoy echa un mar de nervios, pues si es lo que estoy pensando, ya que el Señor Silva se conoce por tener acompañantes con beneficios, y cuando digo beneficios, me refiero a que les paga una buena cantidad de dinero por tener momentos íntimos con ellas, y eso me tiene más nerviosa aún, pues realmente no juzgo a las que lo hacen, alguna necesidad tendrán y verán esto como una forma de resolver, pero no miento, las he criticado de más, y claro, burlado de ellas también, y no es que yo sea una santa, pues he tenido mis encuentros, pero no con mayores, y mucho menos pagándome, y que él esté aquí ofreciéndome o insinuando algo como eso, me tiene demasiado nerviosa, y pudiera seguir pensando pero mi jefe me saca de mi estado de trance.
-¿Entonces Rou, aceptas?-
-discúlpeme señor, pero no escuche el final- yo y mi pensadera, me perdí a mitad de la oferta.
-Te pregunte si aceptas ser mi acompañante, estar conmigo y recibir una buena paga por eso-
no sé cuál fue mi cara, la verdad me había dejado sin palabras, pero como tenía que darle una respuesta, pues sonreí.
-Señor Silva, muchísimas gracias por su interés en mí, gracias por la oferta que me ofrece, gracias, pero no, gracias- sé que por mi sonrisa y la forma que comencé a hablarle, pensó que ya me tenía comiendo de la palma de su mano, pero conmigo se equivoca.
-Sé que no poseo estudios, sé que no cuento con muchísimo dinero, pues al llegar a casa y ver mi alacena algunas veces vacía, me lo recuerda. sé que tengo mucho que perder allá afuera, pero déjeme decirle algo, conmigo se equivoca, pues por mucha necesidad que tenga, quiero que tenga algo claro, jamás en la vida vendería mi cuerpo para poder vivir como rica, muchísimas oportunidades hay allá afuera para superarse, y si para usted el superarse significa que me tenga que acostar y darle mi cuerpo a alguien que lo ve como un objeto, pues está usted muy equivocado Señor Silva-
creo que ya me quede sin trabajo, porque por su cara puedo llegar ir pensando en buscar otro empleo, me mira seriamente, no sé si con ganas de correrme del lugar o matarme, al parecer nadie nunca le había hablado así al señor perfecto.
-Entonces la respuesta es ¿no?-
-Correcto-
jamás había sentido tanta tensión en un lugar
-¿Aun cuando tu trabajo está en juego?-
ok, tengo que respirar profundamente, sé que después de esto debería de buscar un trabajo, pero no pensé que me amenazaría directamente.
-Puedo correr el riesgo Señor Silva-
Trago grueso, estoy nerviosa, esto debería de ser hasta ilegal, ofrecer algo como eso, y luego querer chantajearme así, no debería de ser normal, conozco a este hombre y sé que lo que quiere lo obtiene, pero conmigo no, y debo de mantenerme firme, pero debo de admitir que no quiero perder mi trabajo, la verdad me gusta, gano buenas propinas, he conocido mucha gente de buen estatus y gracias a mi buen servicio me he ganado su cariño y amistad, y la verdad empezar desde cero me da un poquito de miedo.
-Ok Rou, debo de decir que me has dejado impresionado, eres la primera que se niega, y eso que soy un buen benefactor con la que esté de turno, así que por esta vez acepto tu respuesta, acepto tu no, y estate tranquila que el trabajo sigue siendo tuyo, pero te doy mi palabra, no seré yo quien te despida ,serás tú quien se vaya-
dicho eso, se levanta de su asiento, se acomoda su chaqueta y me estira la mano para estrechármela, y no sé por qué rayos lo hago, sin palabras, muda e intimidada por su manera tan amenazante y pasiva de hablarme, con su mejor sonrisa y aires de grandeza lo hace, y yo aún sigo aquí, parece que pegada al suelo mirándolo con la mente en blanco, porque ciertamente me ha dejado sin nada que decir.
Luego de haberme quedado como cinco minutos sola en la oficina es que reacciono y salgo hacia el estacionamiento donde se encuentra el señor que nos lleva a nuestra casa, subo y lo saludo, y él me saluda a mí, no antes sin preguntarme que qué tengo, y que porqué mi cara de espanto, le hago entender que todo está bien, que solamente estoy cansada y listo, así seguimos a mitad de la noche, viendo el camino y más callada de lo normal, el señor estaciona frente de mi casa, bajo, no sin antes darle las buenas noches, busco las llaves de mi casa, entro tranquilamente y todo está oscuro y en silencio como siempre a estas horas.
Ya bañada y con mi pijama puesta, me voy a mi cuarto para descansar y pensar en lo que paso hoy en la oficina de mi jefe, estoy nerviosa porque su amenaza fue directa, eso de estar tranquila en el trabajo pero que me iría yo por mis propios medios me tiene con los nervios de punta, no sé qué se traerá el Señor Silva, no sé cómo se comportará conmigo en el trabajo, porque si antes era un mandón, no me quiero imaginar ahora que lo he rechazado de una manera tan directa, pero dejaré eso para después, estoy cansada y quiero dormir, pongo mi alarma a las siete en punto y me dispongo a descansar.