Su compañero o su novia

“Cada corazón canta una canción incompleta hasta que otro corazón susurra de vuelta. Aquellos que desean cantar siempre encuentran una canción. Con el toque de un amante, todos se convierten en poetas”. Platón. —¡Rose! ¡Despierta! —gritó tía María desde abajo. Frotando sus ojos cansados, Rose se giró hacia un lado de la cama para mirar su despertador digital. La hora marcaba las 8:00 a. m.  Con un pequeño quejido, se levantó de la cama preguntándose cómo se había dormido luego de la alarma de las 7:30 a. m. Tal vez era porque Rose odiaba absolutamente levantarse temprano.  Rápidamente se preparó para la escuela y agarró una rebanada de pan tostado de camino, mientras tía María le gritaba: —Querida Rose, vuelve a casa a tiempo hoy, ¡tenemos gente que vendrá a tu fiesta de cumpleaños número 16 esta noche! Rose se sorprendió ante esta revelación. Desde que Rose podía recordar, siempre había sido solo ella y tía María.  Le dijeron que sus padres habían muerto en un trágico accidente de avión, dejando a Rose al cuidado de la hermana de su madre: tía María.  En su mayor parte, tía María no era muy social. De hecho, Rose ni siquiera podía recordar la última vez que su tía había tenido compañía. Era una mujer muy reservada que amaba su espacio. Incluso a Rose no se le permitía salir mucho, lo cual provocaba ataques de ira a tía María las pocas veces que intentaba escaparse a fiestas.  No valía la pena la decepción o la preocupación que causaba a su amorosa tía. Por supuesto, tía María se dio cuenta de que no podía mantener a Rose encerrada en la casa así que siempre intentaba hacer algo especial durante los fines de semana o en las vacaciones prolongadas que Rose tenía en la escuela.  Nunca iban a ningún lugar muy lejos de casa, pero tía María siempre trataba de llevarla a conciertos o a la playa. Las dos salían a noches de cine o a eventos especiales en los museos cercanos. Se había convertido en una tradición ir a algún lugar durante cualquier día festivo que Rose tuviera en la escuela.  Algunas veces, Rose había pedido ir a algún lugar fuera del país, como Inglaterra o París, pero a tía María siempre le ponía nerviosa viajar demasiado lejos.  Rose decidió que tal vez su tía tenía algún tipo de fobia cuando se trataba de viajar durante un período de tiempo prolongado en avión. Sin embargo, ambas se divertían sin importar lo que hicieran juntas.  Jóvenes y llenas de vida, las damas disfrutaban la compañía de la otra, especialmente porque tía María no era mucho mayor que Rose. Bajando del auto que tía María le había comprado, Rose corrió rápidamente sus dedos por sus rizos castaños mientras observaba a su amor platónico de mucho tiempo, Jake, parado en el estacionamiento.  Con su cabello rubio y ojos azules claros que volvían locas a todas las chicas, Jake era uno de los chicos más populares en la escuela. Además, era un estudiante de último año mientras que Rose era una simple junior en la preparatoria. Sin embargo, eso no le impedía enamorarse perdidamente de él.  No es como si este enamoramiento fuera a llegar a algún lado de todos modos. Tía María siempre tenía un ojo atento sobre su protegida y parecía desaprobar que Rose saliera con alguien.  En las pocas citas en las que había estado, tía María la llamaba constantemente, preocupada de que el chico fuera un asesino en serie.  Incluso la mejor amiga de Rose, Erica, pensaba que su tía era un poco paranoica. En su mayor parte, Rose era una buena chica que no salía mucho, se concentraba en sus estudios y tenía algunos enamoramientos por chicos que no llegaban a nada.  Al darse cuenta de que su tía probablemente era un poco excéntrica o que probablemente había tenido el corazón roto y no confiaba en los hombres, Rose mantenía la cabeza baja y guardaba su vida amorosa, en su mayor parte, para sí misma.  Desafortunadamente, el hecho de que Rose no fuera a muchas fiestas afectaba su reputación cuando se trataba de los chicos. Suponía que era porque tener una novia que no salía mucho era equivalente a ser aburrido. Como consecuencia de que su vida social fuera inexistente, Rose se enfocó en sus estudios y realmente le encantaba aprender. Su mente tenía una sed innata de conocimiento.  Desde que era una niña pequeña, recordaba absorber la información a su alrededor como una esponja. Fue por eso que, eventualmente, los educadores en su vida le aconsejaron que sería mejor que Rose avanzara de grado para que pudiera recibir un desafío académico apropiado.  A tía María le emocionó que su pequeña Rose fuera tan inteligente. Sin embargo, no hizo absolutamente nada para ayudar en la popularidad o la suerte en el departamento romántico de la vida de Rose. Dudando un poco mientras se acercaba a donde estaba Jake, Rose tuvo que hacer una pausa un momento para reunir valor. Incluso si era la más joven de todos ellos, aún era una estudiante de último año y tenía varias clases de nivel senior con Jake. —¡Hola Jake! —exclamó Rose, acercándose al guapo chico por el que había estado sintiendo un flechazo en los últimos meses. Jake asintió hacia ella, escudriñándola de pies a cabeza. —Ey Rose, ¿qué tal? —La observaba mientras se acercaba. —No mucho. ¿Cómo va tu ensayo? —preguntó ella. Ambos tenían la misma clase de historia porque Rose estaba en clases avanzadas de nivel universitario con muchos de los seniors; siendo Jake uno de ellos. —Va bien. Oye, tal vez más tarde deberíamos juntarnos y compartir algunas ideas entre nosotros —preguntó. —Sí…, ¡vamos a hacerlo! —dijo Rose, complacida. Sus ojos se entrecerraron mientras observaban la mancha de nacimiento rojo oscuro con forma de fresa en su pálido brazo.   —¿Te lastimaste o algo así? —Eh… —dijo Rose un poco avergonzada—. Es... es nada. Es solo una mancha de nacimiento. Normalmente no uso tops de tirantes para que nadie la vea realmente. Pero con este atuendo… —Giró, para que pudiera apreciar el sedoso top blanco y los jeans negros rasgados que llevaba con botas de combate de cuero n***o—. Erica me lo eligió y no pude negarme a ella.  Rose se ruborizó cuando se dio cuenta de que estaba divagando un poco. —Bueno. Creo que esa mancha de nacimiento se ve genial —dijo Jake asintiendo con aprobación. —Gracias. —Rose sonrió por su aprobación. Se frenó mentalmente, no quería lucir demasiado entusiasta por su opinión. —Bueno, nos vemos —dijo Jake asintiendo antes de ajustar su mochila en su hombro y entrar a la escuela con sus amigos. —Nos vemos —dijo Rose suavemente viendo cómo el chico se alejaba. Ni siquiera la escuchó mientras empujaba las puertas dobles de la escuela.   * * *   Xavier, el Alfa de la Manada Fénix Carmesí, se mantuvo en las sombras de la escuela secundaria observando a su pareja hablar con Jake.  Era alto, con 6 pies y 1 pulgada, pero era capaz de mezclarse entre la multitud que rondaba alrededor de los edificios de la escuela secundaria.  Tal vez era porque solo tenía 18 años, muchas personas probablemente le estaban confundiendo con un estudiante de último año. Algunas chicas pasaron caminando, mirándolo apreciativamente. Él era un alfa y un hombre lobo, su físico era musculoso y más esbelto que la mayoría de los chicos de esta escuela secundaria humana. Pero Xavier no prestaba atención a las chicas. Sus ojos se centraban únicamente en Rose desapareciendo en el edificio. Apretando los puños con enojo, no pudo evitar preguntarse qué hacer a continuación. Obviamente, sentía la atracción de su pareja, pero no era tan fuerte como para no poder resistirla.  ¿Qué diría su novia cuando se enterara?  Había estado con Alyssa durante los últimos 6 meses, y romper la relación solo porque la Diosa de la Luna había marcado a una chica como su pareja era injusto tanto para su novia como para él mismo.  No podía simplemente desarrollar sentimientos con solo presionar un botón... ¿o sí? Al dar la vuelta para regresar a su auto, Xavier miró su teléfono donde la pantalla de bloqueo mostraba una foto de él y Alyssa sonriendo a la cámara mientras se abrazaban.  El largo cabello rubio y los brillantes ojos azules de Alyssa le hicieron sentir un dolor en el corazón.  ¿Cómo podía dejarla? Ella había sido su apoyo tras la muerte de su padre. Él la amaba. —Ojalá todavía estuvieras aquí, papá —murmuró Xavier suavemente, mirando el cielo como si esperara una respuesta.  Como siempre, no hubo respuesta, así que Xavier tranquilamente se subió a su auto y se fue.