PDV Alex
Abrí mis ojos lentamente aliviado de que rayos de sol no perturbaran la paz que se había instalado en mi pecho, paz que se esfumo al ver en donde me encontraba, ya no estaba en el patio de la manada, ahora me encontraba acostado sobre una cama perteneciente a un gigante, suave y acolchada que hacía que quisiera volver a cerrar los ojos y echar otra pequeña cabezada, y viendo mi reflejo en un espejo que cubría todo el techo de la habitación, muy insinuante y al mismo tiempo sensual. La verdad es que es más escalofriante que otra cosa, no puedo decir lo mismo de mi demonio que parecía en su elemento en esta habitación, ya decía yo que ese supuesto prototipo de “que se yo” no serviría de nada, claro que eso los líderes no lo saben, lo cual tomaría de ventaja por si los necesitaba
