Mi nombre es Alice John, tengo 26 años de edad, soy diseñadora de ropa interior y vendo mis diseños en línea.
Hace un tiempo mi madre enfermó y tuve que buscar algún ingreso extra para sustentarla a ella y a mi hermano. Hace unos días fui despedida del trabajo de donde provenían mis ingresos extras.
Llegaba a mi casa bajo la lluvia, estaba decepcionada, pensando en lo que haría al día siguiente debía de buscar trabajo, no podía decirle a mi madre que había sido despedida.
Mientras estaba sentada en unos escalones antes de entrar a mi casa, un vecino que siempre pasaba por ahí se detuvo, bajó de su vehículo con un paraguas.
—Hola niña, ¿qué haces bajo la lluvia? Te puedes enfermar. ––Dice Jorge –mi vecino– al saludarme.
—Ya lo sé pero es que no podía esperar más para llegar a casa. ––Respondí.
—Ya llegaste y aún te sigues mojando. ––Dijo él.
—No quiero entrar a mi casa y tener que decirle a mi madre que me despidieron del trabajo, tengo que comprar medicamentos carísimos y mi hermano está terminando su carrera de medicina que también p**o yo.
—Niña, veo que tienes problemas.
—¿Ahora ve por qué no entro? ––cuestioné ante lo obvio.
—Es posible que ya tengas un trabajo, si estás de acuerdo. ––Él aseveró.
—¿Que trabajo? ¡Ofrézcame lo que sea que yo lo hago! ––Respondí de manera entusiasta sin saber de que se trataba.
—No es un trabajo cualquiera señorita, debe estar dispuesta pero le aseguro que a su hermano y a su madre no les faltará nada.
—Dígame de que se trata, Don Jorge.
—Mire Alice, el señor con el que trabajo necesita una esposa y creo que usted es la persona indicada.
—¿Una esposa? Pero eso es como venderme. ––Respondí en medio de la conmoción que me generaba la propuesta.
—No lo veo así Alice, todo es bajo contrato y siempre hay cláusulas. ––Aclaró don Jorge en un intento de que sonara como un trabajo cualquiera.
—Don Jorge, muchas gracias, pero ese trabajo que me ofrece no puedo realizarlo, discúlpeme. Entraré en casa. ––Dije en un intento rotundo de rechazar su propuesta.
—Si cambias de opinión ya sabes dónde encontrarme, cuídate y que todo se resuelva. ––Respondió él.
Entré a mi casa, sabía que debía de enfrentar mis problemas, mientras iba camino a mi habitación escuchaba a mi madre y hermano hablar.
—¿Qué pasa? ––les pregunté.
—¡Hija, estás toda empapada! ––Dijo mi madre -Morelia-.
—No te preocupes mami, díganme ¿qué pasa? –insistí para saber de que hablaban.
—Hermana no pasa nada, por cierto a mamá se le terminaron las pastillas mas importantes del tratamiento. ––Respondió mi hermano Rafael.
—Mami no te preocupes mañana las compraré. ––Respondí angustiada sin saber como lo haría.
—¡Ay hija tienes tanta carga en esta casa! ––Respondió mi madre en medio de un lamento.
—No te preocupes mamá que yo pronto terminaré mi carrera y podré trabajar; por cierto Alice el último semestre debo de pagarlo el viernes y es el doble de lo normal. ––Advirtió mi hermano sumándome una carga más.
—¡¿El doble de lo normal?! ––Pregunté exaltada.
—Si, ya es el último semestre. Después viene la graduación y ahí sí que se va mucho dinero. ––Dijo él.
—Ok; me voy a dar un baño, voy a descansar. ––Dije para cortar la incomoda suma de preocupaciones intentando disimular mi fastidio.
Fui a mi habitación y la carga aún era más pesada. Miraba la foto del fondo de pantalla de mi celular, debía de hablar con mi amor platónico el Gran Nick Harrison, el hombre más importante del país, él me escuchaba siempre en silencio, debía ser porque solo se trataba de una foto.
Al día siguiente me levanté muy pero muy temprano y esperé a mi vecino fuera de su casa.
—¡Alice!! Al parecer ya tienes una decisión. ––Dijo el en tono de sorpresa al verme.
—Don Jorge, no quiero que piense mal de mí, pero la verdad necesito el dinero. ––Me causaba un enorme bochorno tener que aceptar la propuesta que me había hecho la noche anterior.
—Venga conmigo, no le demos mas vueltas a esto. ––Dijo él.
Me subí al vehículo de Jorge, mientras iba de camino pensé mucho en decirle que me dejara en una esquina y salir corriendo, pero recordaba que mi madre necesitaba sus medicamentos y mi hermano debía terminar sus estudios.
—¡Llegamos Alice! ––Anunció Jorge de manera entusiasta.
—¿Cómo que llegamos Don Jorge?
—Aquí se encuentra la persona que le ayudará con su problema de dinero y a quien usted ayudará.
No lo podía creer, estaba en la empresa del hombre más importante del país; mi amor platónico, espero tener la dicha de poder verlo; por cierto, la empresa era un banco internacional.
Entramos a la oficina, yo iba detrás de Jorge, de repente nos detuvimos en una oficina y entramos.
—¿Nick? ––Mencionó Don Jorge. –¿A caso dijo Nick? ¿El nombre del gran Nick?– me cuestioné en mi interior.
Nick se dio la vuelta ya que estaba de espaldas.
—Buenos días. ––Saludé abochornada.
—¿Quién es ella? ––Pregunto inmediatamente Nick.
—¡Ella es su futura esposa! ––Anunció Don Jorge con esa vocecita entusiasta que comenzaba a incomodarme. ¿Cómo era que podía pretender que esto sonara tan casual?
—Así que ya encontraste una. ––Dijo Nick y Don Jorge asintió con un movimiento de cabeza.
—Alice él es Nick Harrison; Nick ella es Alice… ––Don Jorge hizo la presentación.
—Soy Alice John. ––Dije queriendo presentarme con él, pero demonios, estaba tan nerviosa.
—Ok, ¿entonces y le explicaste en qué consiste este trabajo? ––Preguntó Nick, quién se dirigía a Don Jorge como si yo no estuviera presente.
—No del todo, señor. ––Explico Don Jorge.
—Ok, ya veo que le importa el dinero, entiendo que si la trajiste es porque es de fiar. ––Asumió Nick, su tono era grosero y petulante.
—Estás en lo cierto. ––Dijo Don Jorge. Claro que me importaba el dinero pero no por los motivos que Nick podía suponer.
—Señorita, estas son las reglas de nuestro contrato matrimonial. ––Dijo el de manera cortante y sin mas preámbulos.
—Regla numero 1: No preguntar el motivo de nuestra boda. Regla numero 2: Jamás me hablará de amor. Regla Número 3: Delante de todos seremos el matrimonio perfecto.
—Las entiendo perfectamente señor. ––Respondí con seriedad.
—Otra cosa, deberá de mudarse a mi mansión pero sin su familia, solo usted. ––Advirtió Nick.
—Entiendo señor, disculpe la pregunta ¿qué hay sobre mis beneficios monetarios? —dije.
—Claro vamos a donde realmente deseaba llegar usted, todas las semanas se le depositarán 50,000 mil dólares. —Dijo de forma grosera y altanera ¿pero que diablos? Él me estaba contratando para esto, era obvio que preguntaría por mi p**o.
—¿50,000 mil dólares? ––Pregunté sorprendida.
—¿Consideras que no es un buen p**o? ––Dijo Nick.
—No señor, es mucho dinero. ––Aclaré.
—Señorita, cuando el contrato esté listo yo mismo iré a su casa a llevarlo; necesito conocer a la familia de mi futura esposa falsa. ––Dijo él, ignorando por completo mi asombro ante la fuerte suma de dinero que me ofrecía.