Lillie Sigo atrapada en ese brazo fuerte, pegada a él. Nuestros cuerpos se encuentran de lado hacia la sala, donde se encuentran mi madre y mi hermana. Mi mirada va de él hacia ellas; las noto con una expresión de confusión y asombro. El Diablo sigue sin soltarme. Regreso mi mirada a él para informarle con mis ojos que me suelte. Sin dejar de verme me suelta despacio y sin poner distancia se queda en la misma posición. Su rostro se gira hacia mi familia y vuelve a sonreír con una fingida alegría. «¿Qué se trae entre manos?». —Muy buen día. —Se acerca a mi madre—. Es un placer por fin conocerla. —Toma su mano y le deposita un beso con caballerosidad—. Dante Mancini —completa su presentación con una sonrisa exuberante—. Estas son para usted. —Le entrega el hermoso ramo de orquídeas. «Por