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Gerard se alejó unos centímetros de mí, como si quisiera darme unos minutos para pensar, notando que sus ojos brillaban con una media sonrisa burlona, luego comenzó a acariciar mi cuerpo con sus dedos muy lentamente, como si Quería hacerme saber que no tenía por qué sentirme amenazada —Espero Amanda que entiendas que no tengo que tener paciencia contigo, sé que debí haber comprado condones, pero no me importaría que quedes embarazada, que vayamos a tener un hijo ahora, será una alegría muy grande para mi hija Celina—¿Y si no valgo la pena tener hijos? ¿Qué pasaría entonces?—, pregunté. —Sí puedes quedar embarazada, se me olvidó decirte que ya nos enviaron las pruebas que hicimos, estás sana y es para procrear—, me dijo Gerard dejándome sorprendida por sus palabras. Apreté mis brazos a