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Bien temprano a la mañana siguiente Ariel tomó una profunda bocanada de aire y se coló por la apertura del conducto de ventilación. Cabía por los pelos. «Tengo el culo y el pecho cada vez más grandes», pensó con pena. Iba a tener que ejercitarse un poco más, o a empezar a comer un poco menos. Aunque tampoco es que comiera demasiado siendo vegetariana.
Contuvo un escalofrío al recordar la primera comida que le habían servido y que había exigido que se llevasen de inmediato. Carmen se había quejado diciendo que ella no era vegetariana cuando el enorme guerrero que las vigilaba había mirado confundido a Ariel antes de empezar a recoger ambos platos. ¿Cómo iba a saber Ariel que nunca habían oído hablar de que se pudiera ser vegetariano? Tras varios intentos por fin le habían ofrecido una a
