era rápido el amigo rafael

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ERA RÁPIDO EL AMIGO RAFAEL.

RELATO.

Se dijeron de palabras, solo fueron unas cuantas. Los dos eran de poco hablar, pero de armas tomar.

Calixto Méndez caminaba a paso normal montado en su caballo alazán, faltaban pocos kilómetros para llegar a su destino, pocos metros adelante había una casa pequeña y recordó que ahí vendían cervezas frías. Eran muy pocos los ranchos que gozaban de corriente eléctrica, por lo mismo no en todos habían enfriadores, en tiempos de fuetes calores se apetecía tomar refrescos o cervezas frías. Calixto Méndez ya estaba justo enfrente de la vivienda, a esa hora se moría de ganas por saborear una cerveza helada, desmontó de su caballo y lo amarró en un poste exclusivo para eso. Antes de entrar a la casa tanteó con su mano derecha su costado izquierdo, ahí guardaba metida en su cintura su pistola escuadra calibre 22 semiautomática, lo palpó y la recorrió un poco hacia la derecha casi a la altura del ombligo. Era su costumbre. Luego se decidió a entrar a la casa y buscó una mesa que estuviera pegada a la pared, a modo de tener visibilidad hacia los corredores a fin de ver quien o quienes llegaban, pidió una cerveza y en seguida se la fueron a servir, la delectó con tanto placer como la estaba deseando desde hacía un buen rato, muy fría. Pidió otra y seguidamente otra, ya se había tomado cuatro y le dieron ganas de orinar, al conocer bien el lugar ya sabía que debía ir hasta el fondo del patio. Se levantó con la vejiga llena directo al mingitorio al aire libre, al salir vio de reojo en una mesa que estaba ocupada por un hombre tomando solo, con la prisa llevada ni siquiera se detuvo a saludar ni ver de quien se trataba. Viniendo de regreso con más calma se dio cuenta del fulano de la mesa, no era más que un viejo amigo conocido con el cual ya había tenido dificultades, pero siempre habían terminado solo enojados sin llegar a más complicaciones. Al pasar saludó:

-Buenas tarde amigo Rafael.

-Que tal amigo Calixto. Que andas haciendo por estos rumbos.

-Ando buscando unas becerras, pero más adelante me dijeron que las puedo encontrar –dijo Calixto muy relajado.

-Por acá hay mucho ganado fino, no va ser difícil encontrar así como quieres.

-Eso espero amigo Rafael.

-Pero así como está de caluroso el día, porque no me acompañas a tomar unas frías, yo las voy invitar –insistió Rafael.

-Pues, ya me tomé algunas –contestó indeciso Calixto.

Con la insistencia de Rafael Fernández, Calixto no se pudo negar a la invitación de su conocido amigo, además pensó que ese momento sería bueno como para limar las asperezas habidas entre ambos. Los dos se acomodaron en la mesa y pidieron la primera ronda, luego la otra y así llegaron muchas más, comenzaron a platicar de las cosas pasadas como un recuerdo desagradable y recurrente. Calixto más mesurado pasaba por desapercibido algún recuerdo indeseado, pero cuando Calixto le tocaba un tema desagradable a Rafael, este no le gustaba y hasta acariciaba la cacha blanca de su pistola. Ya estaban nerviosos los dos tocando esos temas del pasado, Calixto ya no los quería recordar, pero Rafael entonado por la ebriedad no quería parar, Calixto le sugirió cambiar de tema a modo de evitar problemas. Rafael no hizo caso a la sugerencia de su amigo, al contrario, siguió ahora con insultos más directos hacia su acompañante. Calixto le dijo que ya había estado bien el haber convivido un buen rato, mejor pagarían la cuenta y él debía seguir su camino, la tarde estaba cayendo con mucha rapidez. Rafael con ganas de pelear le contestó si tenía miedo tocar esos temas, o más bien le hablara claro si le tenía miedo a él, porque ya había observado como evadía los temas de sus pláticas. Calixto Méndez era violento por simple naturaleza. Dijo con acento irónico para demostrarle no tenerle miedo, que salieran al camino a modo de no hacer escándalo ahí adentro de la vivienda, Rafael no lo pensó dos veces en función a que ese era el momento que estaba deseando. Ya sabía de la fama de Calixto como buen tirador, pero él se consideraba más rápido, ahora era el momento de calarse las cualidades de hombres cabales –pensó.

Los dos eran buenos tiradores, eran presumidos, montaban buenos caballos, en la región los dos tenían fama de valientes. Rafael quería medir sus fuerzas con ese fulano trayéndole ganas desde hacía tiempo, total, decía sobre sus condiciones tenidas como tirador, nadie que lo insultara había quedado vivo.

Salieron a la calle con toda la tranquilidad del mundo, cada quien se fue en sentido contrario, caminaron como diez pasos hacia adelante. El día estaba despejado con el ardiente calor, Rafael Fernández traía en la cintura su pistola revolver calibre 38 especial de seis cartuchos, los dos tantearon distancias según sus comodidades para acertar en sus punterías.

-Despídete de este mundo amiguito Calixto –dijo Rafael.

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juntos nos iremos al infierno rafita, pero a lo mejor tu primero
Sin darle tiempo a su rival sacó su r******r y disparó. Al momento Calixto sintió un ardor quemante en la pierna derecha, lo hizo doblarse sobre su cuerpo hacia la izquierda. Una sonrisa de triunfo se le dibujó en los gestos de Rafael Fernández, al ver que su enemigo ya se estaba desplomando, soltó otro disparo seguido de una fuerte detonación muy propia del calibre grueso de su arma, esta vez no acertó en su puntería. Ya por caer Calixto Méndez y sin tocar tierra recobró el equilibrio, como un relámpago accionó la mano derecha hacia la izquierda de su cintura, buscó la cacha y en el acto la apretó con su mano. En un abrir y cerrar de ojos ya tenía su pistola 22 escuadra en su mano derecha, la pierna le dolía al extremo, por su pantalón pudo percibir la tibieza de la sangre caliente manando a chorros, pero ya estaba disparando sin parar con los ojos puestos en el cuerpo de Rafael. -Aunque seas ventajoso Rafita, tal vez nos iremos juntos al infierno, pero a lo mejor tu primero –amenazó Calixto con la voz débil. Su puntería no le falló, la bala se fue a incrustar en el abdomen de Rafael Fernández, seguido de otra detonación de su arma llegándole fulminante el proyectil directo al pecho. Al momento el arrogante Rafael cayo revolcándose en el suelo polvoso, luego se fue quedando quieto hasta desmayarse por completo sobre un lago de sangre, Calixto no podía mover la pierna, como pudo se fue arrastrando hasta llegar donde estaba amarrado su caballo alazán, haciendo un máximo esfuerzo logró montar y salió a trote con rumbo a un rancho vecino. A los tres días del lamentable incidente, Rafael Fernández falleció en un hospital, Calixto Méndez lo trajeron a recuperarse en su casa

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