Atención

1236 Words
En el transcurso de esa semana, estuve en la universidad algo impaciente, esperaba el momento de poder charlar con Anabel una vez más, para resarcirme de la pena que pasé durante nuestro primer encuentro y mostrarle mi simpatía; pero en ninguna otra clase coincidimos. Eso me pareció muy extraño, usualmente siempre chocabas con otros alumnos en por lo menos tres materias diferentes, claro, si eres de la misma carrera y estás en el mismo semestre. ¿Por qué con ella compartía solamente una materia? ¿Acaso era una chica superfloja? ¿O estaba muy ocupada y solo inscribió unas pocas materias?, Quizás debería preguntárselo. Durante los siguientes días, nada más pude verla en los pasillos de la universidad y ni siquiera en esas ocasiones pude hablar con ella. Siempre que la veía, estaba apurada o conversando con alguien más… O lo peor, me saludaba con exclusivamente un movimiento de la cabeza y volteaba para seguir su camino rápidamente, dejándome allí como un tonto, con las palabras en la boca. Bien, de hecho, en ese momento, el comportamiento esquivo de Anabel, no me importaba; puesto que ya había captado la atención de la otra chica nueva y estaba rondando a Yesenia nuevamente, eso me mantenía bastante entretenido en la universidad. Para ese mismo fin de semana, ya tenía en qué ocuparme. Me fui a la discoteca de siempre, la pasé muy bien con mis amigos, estuve muy bien acompañado por una belleza, una despampanante Yesenia, quién ya conocía las reglas de nuestra salida, solo diversión. De ese fin de semana, únicamente me extraño que Paul no fue a reunirse con nosotros en la discoteca para rumbear, pero tampoco pensé mucho en eso. En cuanto a Anabel, simplemente tenía que esperar hasta la próxima semana, en la siguiente clase de proyecto, allí volvería a verla y ella estaría obligada a hablar conmigo; después de todo, estamos en el mismo equipo. Así, nuevamente llegó el día de la tan anhelada y odiada clase de proyecto. Esta vez, me preocupé más al arreglarme antes de salir de casa, teniendo especial cuidado. Solamente quería dar una buena impresión, nada más. Normalmente, no me esforzaba tanto por una chica, únicamente mi encanto natural, es suficiente. En esta ocasión, únicamente me esmeraba para hacerla olvidar ese primer encuentro, dar una mejor impresión, eso es todo. Llegue temprano, cosa muy extraña en mí, en realidad. Anabel ya estaba allí y como la vez anterior, estaba en primera fila. De inmediato tomé el asiento junto a ella, simulando no verla, cómo si lo hubiese hecho inconscientemente. Estoy de espaldas a ella, hurgando en mi mochila, haciendo tiempo, miro de refilón hacia el fondo del aula y veo a Diego y Paul, hablando entre ellos y mirándome con una sonrisa maliciosa. Levanto mis hombros, cómo ademán, dándoles a entender que no me importa lo que piensen. Porque sé, que se burlan de mí, por lo sucedido en la clase de la semana pasada. Se ríen abiertamente y a la vista solo de ellos, escondiendo mi mano en la mochila, les dirijo una solemne puñeta. Volteó hacia el asiento de Anabel, quería hacerme el sorprendido al verla, pero ella aparentemente ni había volteado a mirarme, no parecía tener interés alguno en lo que yo hacía; ella estaba sentada en su escritorio, totalmente concentrada en un libro. Escucho en el fondo del salón como murmuran, algo molesto me acomodo mejor en el asiento, haciendo bastante ruido. En ese momento, entra la otra chica nueva, parece que se le ilumina el semblante cuando me ve, con una sonrisa traviesa, se acerca a mi escritorio. — Hey… — Apoya un poco el trasero en la mesa. — ¿Cómo estás?. — Bien. — Me encogió de hombros. Siento que mi respuesta fue un poco seca, ella parece haberlo notado y se cohíbe un poco, parece que le bajé los ánimos de golpe. Pero me siento algo molesto en este momento, aunque no sé muy bien por qué, creo que probablemente sea por la burla de los muchachos. En mi vista periférica puedo notar que Anabel se mueve, volteo un poco para ver mejor y noto que me ha puesto cuidado, me observa. Se me ocurrió una idea. Vuelvo a voltear hacia la chica nueva, de la que aún no se me sé nombre, le dirijo una sonrisa. — ¡Gracias! ¿Y tú?. — Pronunció la pregunta arrugando un poco la nariz y picando el ojo, de forma pícara. Quiero que Anabel vea lo deseable que soy para las otras chicas del salón, que sienta un poco de celos. — ¡Excelente, gracias! Que galán. — Hace mucho énfasis y sigue su camino hacia su asiento con una risa triunfante. Al pasar la chica que me saludó, noto que viene alguien más atrás entrando al salón, es la chica emo que está en nuestro equipo para el proyecto. Yo volteo hacia Anabel, quién la está mirando entrar y tiene una auténtica expresión de alegría. Entonces, me doy cuenta, no era hacia la chica nueva y hacia mí a quien había dirigido su atención, solo observaba a esa chica emo llegar. Aparentemente, desde un principio, no me había puesto ni pizca de atención. Aunque, esa teoría no me convence mucho, por lo menos un momento tuvo que estar observándonos flirtear. La chica emo, (no sabía su nombre) tomó asiento atrás de Anabel y captó toda su atención. Anabel inmediatamente se volteó por completo hacia la mesa de atrás emocionada, me observó un momento, me dio un “Hola” efímero, prácticamente por decencia y se centró en charlar en voz baja con la emo, entre susurros, como si fueran unas niñas cómplices, entre risitas. En realidad no me interesaba escuchar, pero como no tenía nada más que hacer, trate de poner algo de atención. Hablaban de chicos, supongo yo. “¡Hola! ¿Cómo te fue?”. “Normal, me llevo a mi casa y nada más”. “¿Pero no dijo nada? ¿Ni siquiera charlaron?”. “Si, pero nada fuera de lo común, el proyecto, el clima, ¿De qué más hablaríamos?”. “No sé, yo solo pregunto, curiosidad”. “¿Y a ti? ¿Cómo te fue? ¿Se enojó?”. “¡Mucho! Pero después de un buen rato de explicarle todo y calmarlo, se le pasó”. Más risitas. En ese momento, llegó la profesora, todos se acomodaron en sus asientos y la clase comenzó. — ¡Buenos días! Como todos ya saben, deben unirse a su equipo y comenzar a organizar el primer capítulo de su proyecto… — Yo estaba completamente perdido ¿No habíamos apenas entregado las propuestas la semana pasada?. Me mordí la lengua, no quería quedar como idiota otra vez y obedientemente me acomode con los demás en mi equipo. — Por favor, para la próxima clase, no esperen a que yo llegué para acomodarse con sus grupos, eso nos quita tiempo. Una vez que el grupo estuvo acomodado, Paúl saco una laptop, Anabel revisaba con la chica emo el libro que había estado leyendo y el chico roquero comenzó a revisar unos papeles con notas que había sacado de la mochila mientras se los mostraba a Paul. Yo los miraba perplejo, mientras que decidía a quien acercarme, para que me explicara, ¿Qué carajos estaba pasando o que estaban haciendo?.
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