Un mes después de todo lo sucedido, Walter me pidió que fuéramos novios, pero esta vez de verdad. Fue en medio de una videollamada cuando tuvo algo de tiempo. Habíamos estado recordando viejos tiempos de cuando él estuvo en Santa Marta. Entre tanta nostalgia, Walter, siendo un chico que se deja llevar por sus emociones, me pidió que fuera su novia. No hablábamos mucho, ya que él prácticamente no tenía tiempo y, como yo sabía que terminaba muy cansado, decidía dejarlo tranquilo. Pero, cuando podíamos hablar, nuestras conversaciones siempre eran bastante sustanciosas e intensas. La distancia era algo que se remarcaba mucho en nuestra relación, debía soportarlo llenando mi tiempo libre estudiando, yendo a clases y haciendo trabajos que otros me pagaban. También solía visitar mucho a la se