No puedo retener unas lágrimas que corren con rapidez por mis mejillas. —Mi físico, eres mí físico —recuerdo las palabras de mi madre—. Un físico ayuda más a la humanidad que un soldado que utiliza la fuerza para todo. —Pues qué mal por ti, porque soy un soldado, no un físico —le dije a modo de burla. Aquel recuerdo me pesa tanto ahora, porque nunca cumplí ninguna de las expectativas que mi madre tenía puestas en mí. Siempre le di disgustos, siempre. —¡Walter! —escucho. Volteo y veo a Stela corriendo hasta mí, también hago lo mismo y nos abrazamos con mucha fuerza. Mi hermana comienza a llorar descontroladamente y yo lo hago en silencio. Hemos quedado solos. Los dos ahora contra el mundo. Solos… Después de la misa, conducen el féretro hacia la tumba que ya la han condicionado
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