—Zaideth, ¿qué haces? —pregunta mi madre mientras camina a la par de mí— ¿Cómo se te ocurre irte así? ¿A dónde te vas a quedar? Decido no escuchar, únicamente estoy ahí, caminando hacia la puerta que da hacia la calle, cruzo y siento el frío viento de invierno costero golpear mi rostro, escucho las rueditas de la maleta roer el pavimento, los regaños de mi madre a mi lado, después un poco atrás de mí suenan como un bullicio al fondo, como cuando te quedas dormido y dejas el televisor encendido. De pronto, mi padre comienza a caminar a mi derecha, intentando que la maleta que estoy arrastrando no estorbe su paso. —¿Qué? ¿Ahora tú también te vas con ella? —pregunta mi madre con un tono de irritación. —Deja el drama mujer, sólo la voy a llevar al aeropuerto —arguya mi padre. “Deja d