CAPÍTULO TRES Ceres luchaba desesperadamente por recuperar la conciencia, abriéndose camino entre los velos de oscuridad que la acorralaban, como una mujer que se está ahogando y agita brazos y piernas para salir del agua. Incluso ahora, podía escuchar los gritos de los que estaban muriendo. La emboscada. La batalla. Debía obligarse a despertar, o todo estaría perdido… Abrió los ojos de golpe y se levantó, dispuesta a continuar con la lucha. Al menos, lo intentaría. Algo le sujetaba las muñecas y los tobillos, reteniéndola. Finalmente el sueño desapareció y Ceres vio donde estaba. La rodeaban paredes de piedra, que trazaban una curva que apenas dejaba un espacio lo suficientemente grande para que Ceres se tumbara. No había cama, solo un suelo duro de piedra. Una pequeña ventana con barr