Una unión complicada

La unión era inevitable e impensable. Vladimir al escuchar aquellas palabras de los labios de su padre se sintió aún incapaz de creérselo. ¿Acaso le estaba hablando en serio? Pero allí estaba la otra familia y él, Wesley Blackwood, el pelirrojo que parecía siempre haberle querido hacer la vida imposible. Allí también estaban sus padres, hablando lo más normal con quienes en su tiempo habían sido sus peores enemigos. Allí estaba su futuro para nada agradable y enervante. Observó de reojo a quien sería su compañero de por vida y cómo sus propios padres organizaban la unión completa sin siquiera consultarle a ninguno de los dos. –Creería que sería mejor hacer primero la unión de la luna –comentó Samuel Blackwood, sentado frente a sus padres junto a su mujer y parado detrás de ellos, Bruce Ross, el beta del padre de Wesley, que siempre los seguía fueran donde fueran. Vasile Van Hounten, su padre, frunció el ceño y miró a su madre Dalia, que era la única que lo acompañaba en aquel momento, pues Helena, su otra mujer, no tenía nada que ver en aquella situación. –¿No sería mejor llevar a cabo primero la boda de sangre? –preguntó entonces ella y miró a los padres de Wesley –Todos saben que es una unión sagrada para los nuestros y… –Como la nuestra –la interrumpió la madre de Wesley –La unión de la luna creería que es más importante que la unión de sangre, pues la nuestra permite que nuestro querido hijo –miró a Wesley, quien no había dejado de fulminarlo con la mirada desde que había llegado –Pueda tener descendencia. Nadie en la sala se sorprendió. Ni siquiera él, aunque lo hubiese querido, pues con los años que había vivido, tenía pleno conocimiento de que en una época, donde los hombres lobo habían comenzado a desaparecer, estos habían cambiado y con aquel cambio, había llegado la posibilidad de que algunos hombres lobo, más que todo aquellos que provenían de un linaje antiguo, pudieran concebir. –Más aun así, no sabemos si su hijo puede o no concebir –le contestó Dalia ciertamente reacia. –Aun no sabiéndolo –continuó Teresa Blackwood –La unión de la luna también permite que la pareja de mi hijo –lo miró –Pueda incluso también concebir. Una risa seca y para nada alegre se escapó de los labios de Vlad. –Eso es imposible –dijo entre dientes –Soy un jodido vampiro, ¿cómo mierda creen que pueda ser capaz de ello? –¿Cómo crees que mi hijo es capaz de? Todos los cuerpos se adaptan y más en la situación en la que estamos -le contestó ella sin dejar de mirarlo –Así como mi hijo es capaz de gestar un niño dentro de él, tú también lo serás si te unes a él. Vlad rodó los ojos, sintiendo la seguridad en las palabras de la mujer, pero sabía que esta estaba loca si creía que él permitiría que un pulgoso perro le diera por atras y gestara un hijo de este. Ya mucho tenía que imaginarse follando con Wesley como para sumarle esa otra imagen. –Los dos deben de estar dispuesto a abrir las piernas, en otras palabras –comentó entonces Balthazar Van Houten, hermano de Vlad y todos lo miraron, los padres horrorizados a sus palabras y los más jóvenes, con cara de pocos amigos. –¡Ni en sueños abriría las piernas por una sanguijuela de mierda! –exclamó Wesley más que colorado de la ira y la vergüenza. –¡Hijo! –exclamó alarmada Teresa entonces –Ya hemos tenido esta conversación y has aceptado que… –¡No lo haré! –gruñó levantándose de golpe del asiento –¡No pienso hacerlo con una mierda como él! –No es que me sienta precisamente halagado por sus palabras, pero opino lo mismo –comentó Vlad desde su lugar y suspiró, mirando luego a sus padres –Sé que ha sido algo que han estado esperando durante mucho tiempo, pero no pienso unirme a un hombre lobo. Todo tiene su límite y ustedes lo han sobrepasado con creces –se levantó y se cruzó de brazos, sin dejar de mirar a sus padres. Fue entonces que su padre clavó su mirada helada sobre él. –¿Debo recordarte la razón por la que lo hacemos? –le cuestionó entonces sin quitar su mirada fría y distante sobre él, lo que provocó que Vlad tragara con fuerza y retuviera la respiración. –No soy el único que no lo quiere –murmuró entonces con el poco coraje que logró reunir, más aun así su padre parecía impasible a su respuesta. Y todos los de la familia sabían lo que aquello significaba. La unión se llevaría a cabo, quisieran o no.