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Permanecimos en silencio mientras el ascensor nos llevaba hacia el piso donde se encontraba la oficina de Arthur, todo indicaba que sería justo en los últimos pisos, un lugar bastante alto como para mirar por las ventanas. El joven a mi lado no dijo absolutamente nada, pero sostenía una suave sonrisa en los labios, parecía feliz o quizás complacido de haber sido el héroe del día. De no haber estado tan desesperada, seguro que habría rechazado su ayuda y me habría ido de ahí con la dignidad intacta, pero ya era muy tarde para eso. —Me parece que Arthur esta en una reunión— indico cuando mientras miraba el reloj de su muñeca, este parecía ser un modelo antiguo— pero le diré a su secretaria que le avise que estás aquí. —¡Oh, por favor, no hagas eso!— dije un poco alterada. Estaba ahí, pero