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Después de aquella terrible noche, mis días habían sido tranquilos. Habían transcurrido dos semanas sin saber de nadie, ni de Arthur y mucho menos de mi padre o Sophie, así que supuse que tal vez había exagerado al creer que de verdad a alguien como Henry Craig, es decir, mi padre, le importaría una marca tan pequeña e insignificante como mi marca. Vendía, claro, pero no como las grandes marcas que disponían de tiendas y diseñadores exclusivos. Mi marca había empezado como una reventa de ropa, al principio yo solo recomendaba y revendía modelos ya existentes, ahora quería que mi marca fuera única, quería diseñar mi propio producto, hacer mia esa marca. ¿Por qué mi padre la quería? Era estúpido pensar que lo hacía únicamente por Sophie y por la forma en que en realidad la había humillado,