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Y de pronto, en vez de ir al acuario, decidimos ir a una tienda para comprar un vestido adecuado para la boda. ¿Por qué había aceptado? Arthur se había mostrado desinteresado en cuanto al tema, pero yo no dejaba de pensar en eso que había dicho, que su círculo social quería conocerme y muchas ideas había pasado por mi mente. Aunque la principal y la que me había hecho sugerirle que podíamos ir si él así lo quería, era la idea de saber cuantas de las mujeres que estaban ahí, me odiaban por haberme casado con Arthur. Había visto a muchas personas en nuestra boda, todas desconocidas para mí, pero Arthur se había encargado de escoger gente que guardara el secreto y de paso que soportara sus estupideces como acostarse en plena fiesta con otra de sus amantes sabiendo que yo estaba ahí. Ese era