Se casaron un soleado día de junio, en el parque todo estaba muy bello, y los invitados eran conductores al área donde se celebraría la boda. Un conjunto amenizaba la ocasión mientras esperaban el comienzo de la ceremonia, para el cual esperaban la llegada de Monseñor Mc Nair, quien llego solo unos minutos antes de las dos de la tarde, listo para oficial la ceremonia de la boda. La entrada de la novia fue un momento muy especial, dado que con su inusual belleza y un vestido clásico que la realzaba aún más, ella se veía como una novia de otro tiempo, y como prometiera en el escote de su vestido llevaba el prendedor que le diera el Tío George como regalo de bodas, y complementaba su atuendo con el aderezo de diamantes que le regalara Brett, su