Y si asi fuera parte 2

1781 Words
— ¿Que no es mi asunto? Nosotros sabemos lo difícil que fue para ella, ¿Acaso has decidido averiguar tú mismo si tú esposa vale la pena? ¿O realmente te afectó que alguien te dijera que no Black? — las palabras de Adrien molestaron al pelinegro, por supuesto, nadie le había dicho que no antes, nadie había despreciado su dinero o estatus, lo que Melissa White había hecho era algo sin precedentes en su vida, ella deseaba divorciarse más que nada, recuperar aquella añorada libertad, pero debía conocerla primero para entender por qué y en base a eso decidir si le daría lo que tanto anhelaba. Erick observo las casi inexistentes expresiones del pelinegro, aquella hermosa azabache que cautivaba su propio corazón había atrapado sin querer al hombre que menos deseaba tener junto a ella. — Repito, eso no es asunto tuyo Eccheli y por lo que pude apreciar tienes tu propio cuento para preocuparte — dijo con evidente indiferencia el apuesto pelinegro recordando a la jovencita que esperaba junto a Melissa. — Aunque Stefany es el amor de mi vida Melissa es como una hermana para ella y para mí y no permitiré que la lastimes — respondió el rubio. Elric río divertido. — Será mejor llevar esas bebidas, no querrás decepcionar a las damas a quienes se las has prometido — respondió Elric caminando con elegancia e indiferencia ante las palabras del rubio. Las chicas habían terminado de acomodar casi todo y se habían tomado algunos minutos para descansar. — Ese chico que estaba contigo parecía muy serio y elegante, el tipo de hombre del que cualquiera podría enamorarse — dijo repentinamente Stefany. — ¿Lo crees? Bueno, si es muy apuesto, a decir verdad, nunca había visto un hombre así, pero sabes que no es mi prioridad ahora mismo tener una pareja — rio Melissa sin darle importancia. Stefany la miro seria. — Melissa, Adrien no quería que te lo dijera, pero creo que debes saberlo — dijo la azabache. — ¿Decirme que? — pregunto la azabache intrigada ante la seriedad de la chica. — El regresará...viene desde Inglaterra, ha concluido sus estudios y tomara el control como cabeza de su familia — dijo la chica con seriedad. Melissa palideció ante las palabras de Stefany, todo pensamiento que tenía hasta ese momento, desde la extraña reacción de Adrien ante Jason y lo curioso que era que ellos se conocieran se fueron de su mente, aquel rostro que quería mantener enterrado en sus memorias de repente apareció en sus pensamientos. — ¿Estás segura? — pregunto la chica sin percatarse ninguna de que los chicos habían regresado y el pelinegro escuchaba atentamente la conversación. — Si, el me lo dijo esta mañana, quizás deberías evitarlo, sé que su relación fue desastrosa y no termino bien — respondió la azabache. Elric se sintió intrigado por lo que decían, pero la escandalosa voz del rubio alertó a las chicas y guardaron silencio. — Veo que estaban en esas charlas de chicas que papá no puede oír, ¡Pero he traído las bebidas y algunos dulces! — dijo sumamente animado Adrien. Las chicas asintieron haciendo una nueva fingida sonrisa y tomaron las cosas, el pelinegro sin embargo no se quedó conforme. El día paso sin más y para la noche el departamento de la azabache estaba ordenado a su completo gusto, Stefany y los chicos se habían marchado hacía poco y la azabache había decidido cocinar algo para verificar que el gas estuviera en condiciones, Elric la observaba con detenimiento, podía ver satisfacción en su rostro, el departamento no había quedado nada mal aunque aún seguía sin estar de acuerdo con la idea de ella viviendo sola allí, había sido algo molesto para el escuchar la historia de cómo la joven había conocido a Eccheli y Connolly, se habían conectado por medio de Stefany, a quien conoció en el campus de la universidad aunque ella estudiaba para ser abogada, Adrien la había nombrado su hija y Erick estudiaba la misma carrera que ella, ambos estudiantes de medicina tenían bastantes gustos en común, algo que había terminado por ser desagradable para el pelinegro. — Aquí está una de mis especialidades, pasta con carne, es mi comida favorita, espero que te guste, es una pequeña muestra de agradecimiento por ayudarme hoy — dijo la chica orgullosa. Elric tomo el tazón en sus manos y probó el contenido, realmente era delicioso, se sorprendió al saber que la joven supiera cocinar, aquello no era para nada usual en damas de sociedad, aunque, realmente la chica estaba muy por fuera de lo convencional, disfruto con sinceridad el platillo. — Es realmente muy bueno — respondió Elric haciendo sonreír a la azabache, aunque un deje de tristeza se asomó un momento en el semblante de la joven. — ¿Sucede algo? Creí que estarías más feliz, tu pequeña casa de muñecas quedó realmente aceptable — dijo el pelinegro. — Por supuesto, estoy más que feliz por eso, quizás solo necesito dormir un poco — respondió Melissa. Elric se levantó de la silla y decidió despedirse, había mandado por su auto y acudieron a dejarlo por la tarde en el sitio. — Será mejor que me vaya, vendré mañana a verte si eso no te molesta — dijo Elric. — Por supuesto que no, realmente me gustaría presentarte a todos mis amigos, mañana tendré una pequeña celebración de inauguración del apartamento, serás muy bienvenido — sonrió alegremente la chica. — Entonces no faltare — dijo sonriendo el pelinegro para luego retirarse del sitio, no sin antes asegurarse de que el edificio estuviera vigilado para lograr dormir tranquilo. — Bien, avísame cuando llegues a la mansión, es algo tarde — pidió Melissa para luego despedirse. El trayecto a la mansión había sido silencioso, tanto que comenzaba a extrañar la grácil risa de la azabache, recordando los malos chistes y el florido sarcasmo de la joven, comenzó a sonreír sin percatarse de ello, los árboles lucían espectrales en medio de las ya oscuras praderas, el panorama lucía tan triste y lúgubre, que parecía que toda la alegría y calidez del medio día se habían marchado junto a la hermosa jovencita, sus ojos de cielo y su bella sonrisa parecían no querer salir de sus pensamientos, era tan molesto como maravilloso, finalmente la vieja mansión aparecía ante su vista, nunca se había sentido tan solo al volver a ella, no sentía esa terrible soledad desde el día en que perdió a su madre, entrando al lugar y después de estacionar su lujoso auto, el pelinegro camino casi sin ganas hasta el columpio dónde se paseaba la hermosa azabache unas noches atrás y antes de ella su madre, observo el viejo árbol y miraba balancearse de un lado a otro el viejo columpio que muchas veces alegro su infancia en el pasado, recargando su espalda en el tronco del árbol siguió mirando el balancín sin sentir el paso del tiempo, perdido en las tiernas memorias de su niñez y los recuerdos de la hermosa figura de Melissa bañada con la luz de la luna sentada en él, su corazón anhelaba sentarse en aquel columpio como hacía de pequeño, pero no sé atrevía, no podía montarse en el de nuevo, sintiendo su corazón hincharse de dolor cuando las bellas memorias fueron opacadas por los malos recuerdos, camino de vuelta a la mansión tratando de huir de aquellos agonizantes gritos que podía escuchar idénticos a los de aquel trágico día. Subió las largas escaleras sintiendo las enormes y blancas cortinas burlándose de él como tristes fantasmas de aquel pasado que quiso olvidar a toda costa, estaba de nuevo solo en aquel lugar, había podido soportar estar en la vieja mansión porque la bella Melissa White se encontraba a su lado, pero sin ella, la calidez se había perdido de nuevo y se encontraba solo en el lugar que más odiaba en el mundo. Las voces de un pasado que aún lo atormentaba lo desquiciaban, tapando lentamente sus oídos, negando toda aquella palabra que lo culpaba o señalaba, las burlas de aquellos viejos fantasmas de recuerdos dolorosos, lo hicieron caer de rodillas ante la imponente figura de su madre que quedó inmortalizada en aquel óleo que reinaba su estudio privado, la oscuridad del sitio y el viento gélido de la madrugada que entraba impaciente y agresivo colándose por los ventanales abiertos, lograban crear espectros que parecían danzar con las finas cortinas de seda blanca y prístina. Finalmente, sus pensamientos tortuosos fueron interrumpidos por el sonido de una llamada entrando en su celular, la pantalla revelaba un nombre, quizás, el único nombre que podía acallar aquellas crueles burlas en su mente: Melissa White. Tomando la llamada anheló escuchar la voz al otro lado de la línea. — ¿Jason? ¿Has llegado ya a casa? He llamado más temprano pero no me has respondido, disculpa si te llamo tan tarde, pero me he quedado preocupada, te he pedido que me avises cuando llegues y no lo has hecho — dijo la hermosa jovencita. Elric guardo silencio un momento, queriendo entender que en realidad estaba escuchando la voz de su joven esposa. — ¿Jason? ¿Estás allí? — pregunto Melissa. Finalmente saliendo de su estupor contesto a la joven. — Si, he llegado a la mansión, disculpa si no avisé antes — se disculpó el pelinegro. — Bien, entonces te veré mañana — respondió Melissa. Sintiendo desesperación y no queriendo regresar a la oscuridad de la lúgubre mansión Elric hablo. — Espera, ¿Podrías hablar un poco más conmigo? Me siento algo aburrido — pidió añorante el adonis pelinegro. — Claro, está bien, charlemos un rato — rio la joven ante la petición de su nuevo amigo. Las horas pasaron entre amenas charlas y alegres risas y en un momento la azabache no pudo más y se quedó dormida con el celular en la mano, Elric aún podía escuchar la respiración de la joven y aquello lograba tranquilizarlo hasta que finalmente se quedó dormido. La noche envolvía con su manto a los jóvenes, una azabache y un pelinegro, un triste millonario y una estudiante misteriosa, lejos uno del otro, pero arropados por el mismo cielo y sus estrellas, los fantasmas finalmente habían acallado sus burlas, dando paso a un dulce sueño, como el que hacía tantos años no tenía, la tranquila respiración de la hermosa jovencita calmaba sus sentidos, no lo entendía, no sabía si quería entenderlo, era Elric Black , aquel temido por todos, aunque al menos en ese instante no importaba, sería débil con ella, quizás era un gran interés, quizás no lo era, y si así fuera realmente no le importaba.
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