Capítulo 5

2067 Words
(7 años después.) (Edad: 15 años, ambos) Michael.* Observo a la psicóloga con una sonrisa en lo que ella hace lo mismo, se quitó los anteojos y soltó un suspiro. — Bueno pequeño Michael... Terminó, todo se acabó el día de hoy. Por cierto, feliz cumpleaños. — Dijo mostrando una sonrisa que me agrada bastante. Sé que hay orgullo en ella, que lo logré después de tanto. — Muchas gracias, me alegra haber sido su paciente. — Dije sincero. — Es muy agradable verte, ya eres un adolescente y no el pequeño que llegó aquí diciendo; Soy esquizofrénico, tengo ataques severos de ansiedad, suelo lesionarme a mi mismo con frecuencia, raramente siento empatía y ante especialistas soy un psicópata. — Dijo repitiendo las palabras que dije el día que me senté en esta silla por primera vez. Me reí sin poder evitarlo, ya nada de eso existe en mí. — Antes de que salgas libre, quiero hacer un par de preguntas. — Avisó con profesionalismo volviendo a colocarse los lentes. No pude evitar ponerme serio esperando a que me dijera sus dudas. — ¿Qué tal el medicamento?, Me refiero a la nueva dosis, me informaron que la han aumentado. — Dijo frunciendo el ceño. Hice una mueca al recordarlo, es verdad que pueden controlar todo el desorden que llevo dentro, pero con el pasar de los años irá creciendo, a tal punto que no se podrá controlar, desgraciadamente mi esquizofrenia es aún mayor que la de mi progenitor... Si tuviera un hijo él o ella no tendrían cura para nada. — Es bueno, estoy tranquilo y no hay ataques, obviamente tengo que tomarlo a tiempo... Cuando lo olvido la voz en mi cabeza despierta, comienza atormentarme. — Explique bajando la mirada. — Sabes que no debes olvidarlo, es peligroso Michael, entraras a la preparatoria por fin, irás a una escuela como todos, no deberías arruinarlo, si vas allá afuera y haces daño por olvidar la dosis... — Terminaré en un hospital psiquiátrico. — Termine bajando la mirada. Bajo la mirada y con una mueca de pena me dió un asentimiento. Entiendo que estaré perdido si le hago daño a alguien, verán mi expediente, después el juez no tendrá de otra más que mandarme al manicomio por todos los problemas mentales. — Aún así Michael, sé que estarás bien, lo harás a la perfección, eres un chico inteligente, has ganado muchos concursos de matemáticas, química, ciencia y literatura por Internet, también estuviste en las mejores escuelas en línea, serás el mejor. — Dijo dándome el aliento que necesito, aunque en casa mamá y papá se encargan de ello. — Gracias, estoy muy emocionado por poder ser como los otro chicos, siempre he querido ir a un colegio... Pero entiendo que estoy enfermo y que necesito ser tratado ya que puedo ser peligroso. — Dije con tranquilidad. Me dió una afirmación y se puso de pie acercándose a mí. Abrió sus brazos dando a entender que desea abrazarme, me puse de pie y lo respondí. — Ya no eres el pequeño Michael. — Dijo separándose de mí y mirando hacia arriba. — ¿Cuánto mides Michael? — Preguntó riendo ya que es verdad, soy muy alto. —  Un metro ochenta y tres. — Conteste encogiéndome en los hombros. — Papá dice que posiblemente llegue a medir más de uno noventa. — Dije con entusiasmo. — Vaya, eso es bastante, pero está bien. — Dijo riendo. Le di una afirmación, ambos nos quedamos en silencio hasta que me acompañó a la puerta, antes de salir le mostré una sonrisa y me marché dejándola ahí. Salí del consultorio empezando a caminar por los pasillos hasta llegar a la puerta principal del edificio, al salir me topé con el auto de James quien me sonrió. — Te llevaré Michael, tus padres están algo ocupados, Jaime se quedó a una operación y Amy está con un pequeño que llegó sin avisar, estaba grave así que tuvo que quedarse. — Avisó sonriendo con cierta pena. Trate de no demostrar el hecho de que me afecta que no estén el día de mi cumpleaños... Ellos siempre son atentos conmigo, pero debo comprender que ahora están ocupados. Abrí la puerta del auto, entre y me senté, así mismo él lo encendió empezando a conducir. — Me llamaron diciendo que has terminado tu terapia. Eso es muy bueno, también que te metieron a una preparatoria normal. — Dijo con emoción. — Así es, ya no soy peligroso así que puedo ir sin problemas. — Dije encogiéndome en los hombros. Ya no dijimos nada, sinceramente siento que no le agrado mucho... Cuando descubrieron lo que tenía y me llevaron con especialistas escuché a James decirle a mis padres que mi problema era sumamente complicado y costoso, que les convenía más regresarme y escoger otro niño. Si, es cruel, papá se molestó con él, incluso casi pierden su amistad y se dan de golpes solo por eso. Tampoco voy a negar que ha sido costoso, pero por suerte mis abuelos por parte de mamá mandan dinero, ellos son españoles y me han apoyado mucho ya que me quieren y soy su único nieto. Sin darme cuenta habíamos llegado, le mire un momento y le di una pequeña sonrisa, abrí la puerta y bajé. — Por cierto, feliz cumpleaños Michael y mucha suerte en tu formación académica. — Dijo empezando a conducir. Solo levanté mi mano en señal de despedida, cuando el carro se perdió de vista camine hacia la entrada de la casa. Detuve mis pasos frente a la puerta y metí la llave en la cerradura, quité el seguro y abrí la puerta. Mis ojos se abrieron cuando la luz se encendió de inmediato dejando ver a mamá y papá frente a mí con toda la sala decorada. — Feliz cumpleaños. — Dijeron los dos con emoción. Sonreí demostrado la felicidad que verdaderamente siento en este preciso momento. Justo mamá iba acercarse para abrazarme cuando papá la hizo a un lado con delicadeza, fruncí el ceño y me quedé en shock al sentir el pastel ser estrellado en mi rostro. — Te dije que no ibas hacer eso. — Regañó mamá enfadada ayudándome a quitar el pastel de mi rostro. — Debiste ver tu cara Michael... De hecho si puedes. — Dijo acercando una cámara... ¿En qué momento tomó las fotos si estaba con el pastel? — Irá al álbum de fotos, se las enseñaremos a tu pareja para que sientas vergüenza, será muy divertido. — Dijo mientras soltaba una carcajada y entraba a la cocina. Mamá me pidió ir a lavarme el rostro en lo que ellos preparaban la mesa.  Entre a uno de los baños pequeños del piso de abajo y me limpie bien el rostro, retiré el agua con una toalla y a cerrar los ojos una extraña imagen vino a mi mente. Negué, eso está en el pasado, solo fueron un par de personas, no era consciente de todo lo que les hice. Salí de ahí yendo a la cocina, los dos estaban ahí, mamá servía la comida y papá los refrescos, así mismo hablaban entre ellos, tienen una conexión que verdaderamente parece de película... Me han hecho creer que después de todo las almas gemelas si existen, solo hay que buscar bien. Tomé asiento al igual que ellos quienes no dejaban de mirarme. — Hoy terminaste las terapias, estamos muy orgullosos de ti y sabemos que será el mejor de la clase. — Dijo papá con algo de nostalgia. Mamá dio una afirmación y asintió. — Estamos muy felices de ser tus padres Michael y también que nos haya aceptado... Te amamos. — Dijo segura y mirando a papá para después fijar su vista en mí. No sé que decir, eso me frustra, han hecho tanto por mí que no saber expresarlo logra darme enojo. — También los amo. — Susurré avergonzado bajando la mirada. Mamá se levantó y me abrazó una vez mamá, papá también lo hizo, eso me hizo dudar y mirarlo con los ojos entrecerrados. —  Tranquilo, no tengo más pasteles. — Dijo con burla. Los tres nos reímos... A veces la vida no es lo que uno espera, pero nada mejor que ver qué es más de lo que alguna vez imaginaste que tendrías... Zack.* Me quedo en la banqueta esperando a que Ángel venga, dijo que iba a darme algo por mi cumpleaños así que ya estoy aquí esperando a que parezca. Mamá festejó mi cumpleaños, aunque le dije que no tenía importancia la idea de que vaya a festejar un día menos de vida para mí. Escuché pasos a lo que levanté la vista topandome con Ángel, se sentó a mi lado y miró al cielo, está oscuro, no han de ser más de las diez. — Feliz cumpleaños. — Susurró con timidez. Sonreí sin poder evitarlo, me lo dijeron muchas personas... Pero que me lo diga él es bastante especial. — Gracias. — Dije sonriendo. Me miró un momento y extendió una pequeña caja hacia mí. — Tu regalo, es pequeño pero... Quizás te guste. — Dijo sonriendo un poco. ¿Quizás?, Si él me diera una simple roca yo estaría muy feliz y la guardaría para siempre, pediría que me enterraran con esa roca. Abrí la caja dejando ver una pulsera con mi nombre en ella, la tomé y sin poder evitarlo fijé mis ojos en su muñeca dejando apreciar una pulsera igual pero con el nombre de él. — ¿Me ayudas? — Pregunté estirando mi mano y la pulsera a él. Sonrió dejándome ver la luz que me ha hecho enamorarme de él. Sus finas manos me tocaron, eso me hizo sentir un escalofrío agradable. Al terminar me mostró una sonrisa y yo solo pude quedarme observando lo hermoso que es. — ¿Quieres pasar a comer algo de pastel? — Invite esperando a que dijera que sí. — Si no es molestia. — Dijo sonrojándose. Negué y me puse de pie, le ayude y ambos caminamos hacia la puerta, vamos al mismo paso y no puedo evitar notar la diferencia de altura, Ángel es bajo, quizás un metro sesenta y por mi parte un metro ochenta, soy alto, creo que estaría bien que me quedara así, al igual que Ángel, me agrada que sea pequeño. Entramos a la casa, lo hice tomar asiento en la sala y me encargue de ir por pastel para ambos a la cocina. Serví dos trozos y regrese con él quien miraban las cosas a su alrededor con curiosidad. Me puse a su lado, le entregué el pastel y se quedó un momento quieto para después empezar a comer con algo de timidez. — ¿Tu madre no está en casa? — Dijo algo extrañado. — Consiguió un nuevo empleo y es de noche así que se tuvo que ir a trabajar. — Expliqué encogiéndome en los hombros. Me dio una asentimiento y terminó de comer, dejó el plato en la pequeña mesa de noche ya que yo le indique que podía dejarlo ahí. Los dos nos quedamos en silencio, no uno incómodo pero si algo extraño. Ángel tiene catorce años, es joven, bueno yo también pero gracias a la maldad que habita en mi interior logro aparentar un poco más de edad. Me acerque un poco más quedando justo a su lado. — Sabes Ángel... Esperaba otro regalo venir de ti. — Dije mirándolo. Se giró a mirarme con rapidez, se encogió en los hombros y empezó a jugar con sus manos dándome a conocer que está nervioso, llevamos tanto tiempo juntos que conozco cada cosa de él. Estiré mi brazo y mi mano tomó su mentón, me incliné despacio a él quien cerró sus ojos. Pegue sus labios con los míos copiando su acción y dejando que el increíble placer me llené. Aceleré un poco más en lo que intenta seguirme, es algo torpe pero lo hace bien. Lo tomé del brazo haciendo que se levanté, aunque sin que deje de besarme. Se sentó en mi regazo, puse mis manos en sus caderas y empecé hacer que se moviera encima de mí. Adentre mi lengua a su boca logrando un jadeó venir de él, Bajé mi mano a su pantalón, lo iba a desabrochar pero me detuvo. — Lo siento... Pero no estoy listo. — Susurró separándose de mí, su respiración está acelerada y su frente pegada con la mía. Lo abracé y deje un beso en la labios. — Está bien cariño... Lo entiendo... Ahora dime que me amas. — Dije mirándolo a los ojos. — Te amo. — Dijo abrazándome. Sonreí sintiendo que mi corazón late con rapidez y como mis sentidos se alteran para bien por tenerlo de esta manera conmigo... Aunque era obvio que iba a pasar, por las buenas o por las malas y la verdad me alegra que haya sido por las buenas... Espero que les guste. Gracias por leer.(◍•ᴗ•◍)❤ Voten y comenten.
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