Capítulo 2

2750 Words
Disminuyendo la velocidad de la motocicleta de Aiden, Devak se estacionó justo detrás del auto de sus padres frente a su casa y apagó el motor. Jadeando levemente por el dolor, levantó la camisa que le había sacado al guardia y observó como el vendaje que cubría su estómago, había dejado de ser blanco para teñirse de un intenso rojo. "Mierda, se abrió la herida otra vez" pensó el alfa, pasando sus dedos sobre ella para sentir la humedad de su cálida sangre. Gruñendo por el dolor que le provocaba moverse, se estiró hacia atrás y abrió la pequeña alforja al costado de la moto para revisar en el pequeño bolso de cuero en busca de cinta adhesiva. Si todo su cuerpo le dolía aun cuando los medicamentos que le habían administrado habían surtido efecto, Devak no quería ni pensar en ese intenso dolor que le abordaría cuando estos se acabaran. Ni siquiera quería recordar ese infierno por el que tuvo que pasar en aquel pequeño cuarto sucio, mohoso y oscuro. Cuando sus dedos tocaron el rollo de la cinta, Devak se enderezó cerrando sus ojos con fuerza mientras forzaba una respiración necesaria para sus pulmones. —Solo un esfuerzo más —murmuró mientras levantaba la camisa y la atrapaba entre sus dientes para sostenerla y mantenerla fuera del camino. Tirando de la cinta adhesiva, colocó la punta en el frente sobre la venda roja, y luego la giró pasándola por su espalda para enseguida volver al frente, repitiendo esa acción unas cuatro veces, asegurándose de que quedara firme alrededor de su torso antes de cortarla con sus dientes. Volviendo a bajar la camisa, Devak dejó la cinta adhesiva en el mismo lugar antes de finalmente bajarse de la moto. Dejando el casco, el alfa se sostuvo con fuerza del manubrio cuando todo el mundo bajo sus pies se sacudió por sus buenos minutos. —Vamos, no puedes rendirte ahora que estás tan cerca —murmuró con dolor. Tomando una profunda respiración lenta, el alfa lastimado finalmente se apartó. Observando alrededor, se encontró con el mismo pasaje tranquilo, sin mucho vehículo ni vecinos chismosos. Acomodando la gorra negra sobre su cabeza, observó la bonita casa celeste gris de un solo piso con un pequeño jardín delantero lleno de hermosas plantas que su esposa había plantado y cuidado ella misma tan pronto como le dijo que esa, sería su casa. No era exactamente la casa de los sueños de Devak considerando que deseaba tener una familia grande, pero siendo solo ellos dos, había sido perfecta hasta que los cachorros llegaran algún día. Subiendo los dos escalones, atravesó su pequeño jardín delantero y luego subió los cuatro peldaños de su porche de al frente. Instintivamente, tocó sus bolsillos buscando sus llaves, y luego intentó abrir la puerta sin más, sabiendo la mala costumbre de Denise por dejar la puerta sin seguro cuando estaba en la casa. Entrando, sus ojos inmediatamente aprovecharon el concepto abierto de su casa y viajaron hacia la sala de estar, su pequeño comedor y su cocina en busca de su esposa y sus padres. Frunciendo el ceño al no encontrar a nadie, cerró lentamente la puerta detrás de él y avanzó un poco. Cuando escuchó la canción de feliz cumpleaños siendo entonada desde su jardín trasero, no dudó en cruzar su casa y abrir la puerta trasera, encontrando una escena que... Le dejó sin palabras. —¿Qué mierda? —espetó, observando confundido a su esposa parada al lado de un pastel, con su hermano menor rodeándole la cintura con un brazo mientras sus labios estaban apegados a su sien. Sus padres, frente a ellos, reían y grababan todo alegremente. —¿Devak? —exclamó Denise, con sorpresa. Pero los ojos del alfa no se encontraban en el rostro de su pareja, sino que recaían sobre las bolsas de regalos abiertas mostrando ropa de bebé y en el indudable vientre que se mostraba en el bonito vestido floreado de la omega, aquel que le había dicho más de una vez lo mucho que le gustaba. —Yo... —balbuceó y se apoyó un poco en la pared detrás de él cuando el piso volvió a moverse. —¡Devak! —chillo Denise asustada, intentando ir a ayudarle. —No te atrevas a dar un solo paso más —gruñó al mismo tiempo en que Brandon tiraba de ella a sus brazos, impidiéndole ir con él—. Está mierda... —espetó, observando como todos estaban celebrando un cumpleaños mientras él había estado encerrado en esa maldita habitación, preguntado por todos ellos. —Debes de respirar, hijo, todo esto tiene una explicación —expresó su madre, observándole preocupada. —¿Explicación? —repitió y soltó una risa irónica que le dolió todo el cuerpo—. Por supuesto que hay una maldita explicación para esto. ¡Esa perra me engañó con mi maldito hermano! —gritó, señalando a su esposa con desprecio y traición—. ¡Y no me vengan con esa mierda de que ese cachorro es mío! Yo no estuve por cinco malditos meses para crear a ese... Ese... —gruñó mordiendo sus labios. —Devak —sollozó la omega, observándole con su rostro empapado en lágrimas, estirando su mano hacia él. —No digas mi nombre con tu sucia boca —espetó, observando como sus palabras hacían romper en llanto a la persona quien creía era su pareja, y que se encontraba siendo abrasada y besada por su propio hermano menor—. No puedo creer que mientras yo estuve todo este maldito tiempo en el hospital, preguntando por ustedes mientras me mejoraba, ustedes jugaban a la casita feliz como si yo no existiera —expresó, dejando de observar a Denise para contemplar a sus padres con dolor. —No sabíamos que estabas vivo —anunció su hermano. —Suelta otra mierda mejor —se burló Devak—. Tan pronto como fui rescatado debieron de haberse puesto en contacto con ustedes. Y si mis superiores no lo hicieron, Aiden debió de haberlo hecho —espetó—. ¿Cómo es posible que le hubieran avisado a mi amigo, pero no a mis padres? ¿A mi esposa...? —observando a Denise, torció sus labios con puro disgusto. —Yo no lo sabía —chilló Denise, alejándose de los brazos de Brandon para intentar acercarse—. Te juro que yo no lo sabía —lloró. —No te me acerques, me das asco de solo verte —espetó con frialdad, logrando que automáticamente la omega retrocediera como si hubiese recibido un puñetazo—. ¿Qué? ¿Realmente esperabas que te recibiera con los brazos abiertos con esa estúpida excusa? Tienes un puto niño en el vientre que no es mío, Denise, te estabas besando con mi hermano cuando entraba, como una maldita perra —expresó con odio. —¡Devak! —exclamó su madre, acercándose a la omega que se había vuelto totalmente pálida—. Esa no es forma de tratar a tu esposa. —Esa mujer no es mi esposa, dejó de serlo en el momento en que permitió que otro la tocara y dejara embarazada —expresó fríamente. —Por dios, Devak —dijo su padre observándolo con desaprobación—. Debes de cuidar tus palabras, Denise se encuentra en un estado delicado —indicó señalando su vientre. —Yo también estaba en un estado delicado en el hospital, luchando entre la vida y la muerte, y ninguno de ustedes estuvo ahí —les recordó con rabia. —Sé que estabas mal, pero si estás fuera del hospital debes de encontrarte bien en este momento —indicó Brandon—. Deberías de pensar más en Denise, ella está embarazada —exclamó. —Está embarazada porque resultó ser una cualquiera, si fuera una esposa fiel y que realmente me amara, no estaría en cinta y habría estado en el hospital al lado mío cuando desperté llamándola —expresó observándola fijamente, pero la omega no hacía más que llorar desconsoladamente en los brazos de su hermano. —Devak —advirtió su padre. —¿Qué? ¿Por qué me estás viendo como si yo estuviera mal aquí? —espetó con enojo—. Ella fue la que me engañó con mi propio hermano, qué está esperando el cachorro de él estando supuestamente casada conmigo y ustedes le están celebrando como si todo fuera absolutamente normal —gritó, y colocó una mano contra su abdomen cuando sintió un ligero tirón doloroso en este. Seguramente otro punto se le había abierto. —Pensé que estabas muerto —sollozó Denise. —Y entonces saltaste en la cama de mi hermano inmediatamente, sin siquiera malditamente esperar a enterrar mi cuerpo o estar de luto por mi supuesta muerte —se burló—. Di la verdad, Denise. Me has estado engañando con Brandon desde hace mucho tiempo, ¿no? Y todos ustedes lo sabían —espetó observando a sus padres con traición. —Ellos están destinados a estar juntos —anunció finalmente su madre, dejando que el menor de sus hijos consolara a la omega—. Tal vez no sepas cómo es el lazo y la intensa conexión cuando uno encuentra a su pareja destinada, cuando ellos creyeron que estabas muerto... Solo surgió como lo mágico que es —explicó su madre. —Tal vez no sepa de esa mierda, pero llevo cuatro malditos años casado con Denise, salimos por dos enteros antes de proponerle matrimonio, ¿y me estás diciendo que solo ahora que me fui a una misión por más tiempo de lo esperado que ellos descubrieron repentinamente que eran esa mierda de pareja destinada? —cuestionó y negó con su cabeza—. Por favor, mamá, no inventes estupideces para cubrir el engaño de estas dos basuras. —¡Devak! Cuida como le hablas a tu madre —advirtió su padre, observándole enojado. —Las parejas destinadas sí existen —anunció Brandon, llamando su atención—. Yo sentí el impulso y la atracción tan pronto como conocí a Denise, pero cuando te vi siendo tan feliz contigo, no dije nada y lo oculté —explicó—. Cuando pensé que no volverías, la vi tan mal y triste que... Simplemente no lo que había entre nosotros no se pudo ocultar ni ignorar —expresó. —Si tú sentiste esa supuesta conexión, Denise también debió de haberlo hecho, ¿por qué no dijo nada entonces? —cuestionó, cruzando los brazos sobre su pecho mientras la observaba fijamente. —Es que yo... Solo... Yo... —balbuceó y estalló en llanto nuevamente. —Déjala en paz, no ves que está en shock por todo lo que está pasando —defendió su madre. —Así que a ella si se le permite estar en shock, pero a mí no —expresó alzando ambas cejas mientras se separaba de la pared—. Vaya mierda esta. —Ya te dije que no le hablaras a tu madre de esa forma —gruñó su padre, acercándose amenazadoramente. —Puedo hablarle como a mí se me da la gana a cualquiera de ustedes desde que me traicionaron con una mierda como esta —dijo tranquilamente, pero no por eso dejando de sonar peligroso y enfadado. Lastimado y todo, Devak seguía siendo el alfa más fuerte de aquel lugar y todos lo sabían, lo sentían. —P-para nosotros tampoco fue fácil aceptarlo en un principio —expresó su madre, observando como caminaba por alrededor del pequeño jardín decorado para celebrar el cumpleaños de Brandon—. Pero tienes que entender... —No. —interrumpió Devak, cortante—. No me pidas que entienda toda esta mierda porque no lo haré —anunció, observando con desagrado los regalos en la pequeña mesita—. No puedo entender cómo es quien se supone que era mi esposa, me fue infiel con mi propio hermano. No logro comprender, como es que, aun siendo tan fuerte la conexión de una pareja destinada, Brandon la ignoró por seis años para saltar a la primera oportunidad y llenarla con su e*****a —expresó, logrando que ambas omegas jadearan—. Y no me pidan comprender, como es posible, que mientras yo me moría en el maldito hospital preguntando por ustedes, cada uno seguía con su vida como si nada —anunció observando a sus padres—. Celebrándole el cumpleaños a su otro hijo como si yo no existiera —espetó y alzó su pierna para patear la pequeña mesa de regalos. Tanto su madre como Denise jadearon cuando la mesa voló y se estrelló en la pared, rompiéndose mientras que los regalos caían al suelo. —Debes de tranquilizarte, Devak —exclamó su padre, intentando acercarse. —No me toques con tus asquerosas manos, maldita sea —bramó destruyendo aquellas flores que había plantado con quien creía era su pareja—. Solo verlos me dan asco —espetó, acercándose a la mesa para darle vuelta con todo su contenido—. No puedo creer que los llamé y pensé tanto en ustedes mientras me lastimaban hasta darme por muerto. No entiendo cómo es que soñé con el recuerdo de alguien que no existía, prometiéndole volver —expresó, observando directamente a Denise—. No sé cómo es que pude haber confiado tanto en alguien como tú —escupió. —Estás sangrando, hijo, tal vez deberías de sentarte y volver al hospital —indicó su madre preocupada y asustada. —No me llames malditamente hijo —gruñó observándola—. Esperaba que algo así pasara por parte de él —señaló a Brandon—. Pero nunca pensé que ustedes, mis propios padres pudieran traicionarme también de esta forma —negó, sintiéndose un poco mareado. —Pensábamos que estabas muerto —anunció su padre—. Cuando nos enteramos de que no... Simplemente no sabíamos cómo contarte esto —explicó, observándole preocupado también. —Así que no encontraron nada mejor que simplemente seguir con sus vidas como si nada estuviera mal —resopló, sintiéndose vacío—. Malditamente aceptaron a esos dos —señaló a su hermano y Denise. —Por favor, Devak —pronunció Denise, volviendo a estirar su mano hacia él. —Ni siquiera intentes acercarte a mí —ordenó y luego su mirada viajó hacia la puerta trasera de su casa—. Tú sabías todo esto —acusó observando a Aiden. —¿Cómo se supone que te iba a decir que la tierna e inocente Denise en la que confiabas tanto te fue infiel con tu propio hermano? —exclamó acercándose—. Lo que sea que te dijera no me ibas a creer, solo querías verla y tenerla a tu lado. —¿Inocente? —soltó una risa vacía—. La llamaba porque necesitaba que ella estuviera a mi lado, quería que me ayudara a escapar de mis pesadillas —expresó, observándola—. Pero ya veo que fue un error confiar tanto en ella desde un principio —escupió con desagrado. —¡Denise! —exclamó Brandon, tomándola firmemente entre sus brazos cuando su amante se desmayó. —Manos arriba —anunció otra voz, y pronto aparecieron tres hombres uniformados con sus armas desfundadas, apuntando directamente a Devak quien era el que se veía más peligroso con su ropa manchada en sangre—. Fuimos llamados por un posible robo. —¿Robo? —resopló Devak—. ¿Qué no ven que solo acabo de descubrir a mi esposa siéndome infiel con mi hermano? —escupió con veneno. —¡Devak! No es necesario que se lo digas a todo el mundo —reprochó su madre. —¿Todo el mundo? Por qué no quieres que los vecinos se enteren de que mi propio hermano y mi supuesta esposa me fueron infiel mientras yo estaba en el puto ejército, creando un bebé de por medio —exclamó alzando la voz. Tosiendo, Devak ignoró la sangre en su mano y observó con pesar a los oficiales. —Será mejor que me lleven lejos antes de que termine matando a alguien aquí —espetó. —Maldición, Devak —exclamó Aiden acercándose rápidamente, intentando tocarlo. —No, estoy bien —gruñó, apartándose. —No se ve bien, señor —dijo uno de los oficiales—. Estaré llamando a una ambulancia —anunció apartándose. —No quiero verlos, a ninguno de ellos —espetó Devak mientras caía sobre sus rodillas, y pronto, al suelo, perdiendo totalmente el conocimiento.
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