"El chico rubio y ojos grises"
Dulce.
Me levanto como cada mañana desanimada, aburrida y con fatiga. Debo ir a una cafetería del centro recién abierta en donde llevo trabajando tiempo para ganar algo de dinero y poder sobrevivir en este mundo completamente sola... si así es, sola.
Desde que decidí mudarme a un apartamento alejado de mis padres la cosa se ha puesto un tanto ruda, debo pararme más temprano a duras penas discutiendo con el despertador, luchar con el gel de baño para que salga cada día sin que me resbale con el cayendo de culo en el suelo.
Voy en mi bicicleta por las calles para acelerar el paso y no ganarme un castigo de "trabajo extra con el baboso de Freddy". El chico es otro trabajador de la cafetería pero en serio, es muy molesto y más cuando trata de conquistar a todas las chicas con el mismo truco de "me bañare en perfume y usare frases sacadas de la galletas de la fortuna para tenerla".
Como decía, voy en mi bicicleta acelerando al ver que faltan quince minutos para ser las ocho de la mañana. Me salto unas cuantas luces verdes y entonces en la última cuadra, sucedió... El sonido del freno que dio el auto me hizo detenerme en seco y ¡Pum!, caí dando vueltas por el centro de la calle rompiendo las mangas de mi camisa. — Oh, pobre idiota —pensé al apenas levantarme echa una fiera, el auto n***o se detuvo y las personas se quedaron viendo desde la lejanía la escena.
Camine decidida y me pare justo al lado de la ventanilla, él chico quien peleaba seriamente con su seguro para poder salir, me miro atento cuando abrí de golpe su puerta, trago grueso y sus ojos grises se expandieron llenos de pánicos. — Tu pedazo de... — Oh mi Dios, no tiene piernas.
—¡Oh, mi Dios! — Cubrí la boca con las manos por la impresión, pero luego deje que todo escapara de mi mientras abanicaba mi rostro.— ¡llamen una ambulancia!, ¡deje sin piernas a un chico con mi bicicleta! , discúlpame por favor no llames a la policía te juro que no fue mi intención — murmuro entre sollozos, jamás en mi jodida vida pensé que me mandarían a la cárcel por arrollar a alguien y mucho menos por volarle las piernas ¡Maldición! —¡Ayuda! , ¡Santa Madre, fue sin querer enserio! —me arrojo al suelo sollozando, y entonces alguien coloca su mano sobre mi hombro.
—¿Te encuentras bien?— comenta el chico, levanto la mirada y noto sus ojos grises angustiados.— ¿necesitas ir al hospital? — levanto mis manos y tomo su cara con la mía llena de lágrimas
—Sh, no hables. Te aseguro que todo saldrá bien, no gastes tus fuerzas.
El rubio mira a los lados y me habla pausado. — Mejor, sube al copiloto y te llevare al hospital— cierto, si lo dejo pasar mucho tiempo sin tratamiento puede morir desangrado. Subí tan rápido como pude y el chico acelero el auto, al llegar me arroje y salí corriendo como loca por el lugar.
— ¡Necesito ayuda! ¡Ahí un chico en el auto, está herido y necesita ayuda! — abanico mis brazos y corro de un lugar a otro, sale un para-médico y me arrojo sobre el — por favor, ayude a mi amigo. Está en mal estado en el auto, creo que perdió las piernas —susurro muy bajito. El moreno me hace a un lado y corre en dirección a la salida en busca del herido.
Duro unos muy horribles segundos pensando en cómo será mi vida cuando este encerrada de por vida en la cárcel, me giro por instinto cuando escucho pasos y lo miro directo a los ojos — ¿está es la chica Engel?— pregunta el moreno al chico en silla de ruedas y este asiente.
— Ay por Dios, lo siento tanto... — susurro en sollozos y ambos chicos se miran entre sí.
—Muy bien preciosa, vamos a revisar si te lastimaste mucho la cabeza.— el para-médico me toma de los hombros y me guía en dirección a una de las habitaciones con aparatos médicos —te harán una resonancia, acuéstate allí — señala una camilla con un hoyo enorme, hago lo que me dice y él se va tras el ventanal. Duro unos largos minutos viendo la luz potente penetrar en mis ojos y cuando desaparece, él chico me dice que salga.
Lo encuentro junto al chico en silla de ruedas y me mira con la boca torcida — lamento informarte que no tiene nada en la cabeza — observa al rubio y este alza ambas cejas—al parecer, ella es así por naturalidad.—hace un extraño gesto y se va dejándonos solos.
— Lo siento mucho... — murmuro apenada y él rubio me da un sonrisa ladina.
—Eh, ¿cuál es tu nombre? — pregunta, me siento a un lado de él y caigo en la cuenta que no parece tener ningún tipo de dolor. Que buenos son en este hospital y muy rápidos. Pienso mirando a la nada, el rubio gira su silla y me mira directo a los ojos.
— Mi nombre es Dulce, pero puedes decirme Dul así me dicen mis amigos. — la cual es una sola y es medio loquita, su nombre es Greta es de esas chicas que no le prestan atención a lo que dicen los demás y odian las novelas románticas al igual que yo.
—Bien, Dul mi nombre es Engel. Y veras, yo no...—rascó su cuello nervioso—no es tu culpa lo de mis piernas, en realidad llegaste dos años tarde para eso. — Suelta una risa amarga y yo trato de comprender el chiste, pero no lo consigo por ningún lado — como sea, el problema es que debería ser yo quien este asustado ¡casi te mando al otro mundo! — se altera y tapa su rostro.
Ahora que lo pienso, el chico es muy lindo.
Tiene el cabello rubio, los ojos de un color gris muy llamativo y contrastan de una manera perfecta con su piel blanca, sus labios carnosos y rosados tienen un brillo natural que he deseado tener desde que comprendí que el maquillaje era un buen camuflaje para las imperfecciones. Lo único que se podría decir tiene "mal" es que es más bajo que yo, pero eso no opaca para nada su belleza. — ¿Estas escuchando? —me mira tratando de analizar mi rostro y siento como mis mejillas arden de vergüenza, por Dios me ha pillado mirándole tan descarada.
— Eh, no. Lo siento, ¿qué me decías? — bufa y sonríe juguetón.
— Dije que te daré un empujón hasta donde ibas y en la semana te llevare a tu casa, la bicicleta en perfecto estado.— Asiento y el saca las llaves de su bolsillo, me hace un gesto con la cabeza para que lo siga y se pone en marcha.
—Ahora que lo pienso, tú auto es una real monada —abre la puerta del copiloto y al entrar él se me queda mirando extraño —¿qué?, ¿tengo algo en la cara?— reviso mi cara en el retrovisor y él niega.
— No, pero... disculpa mi ignorancia —chasquea la lengua y pone en marcha el auto —¿qué es una monada? —me doy un leve golpe en la cabeza, había olvidado que muchas personas no entienden mi lenguaje infantil.
—Disculpa, suelo expresarme de maneras extrañas. Una monada es algo como... cool, lindo, bonito o llamativo.—Él asiente y espera en una luz roja.
—¿Dónde debo ir?—miro al frente tratando de ubicarme pero no tengo ni la más mínima idea de donde estoy.
—No lo sé, pero iba al trabajo. La cafetería Books&Coffe — Da varias vueltas en la calle, si en este momento me secuestra no tendría ni una mínima idea.