1. Historia.

1273 Words
Queridos lectores: Las primeras líneas son para ti que has leído mi trabajo: ¡Gracias por leerme y seguirme! Te invito a que te sumerjas de nueva cuenta en mi imaginación. En esta ocasión, fantasiosa; pero, en la que el romance está presente. Te aseguro que será igual de atrapante a todas las historias anteriores. Si eres nuevo (a): Te agradezco que desees darle una oportunidad a esta historia. Te garantizo una trama sumamente interesante, que con toda certeza despertará sentimientos en ti. En todo caso: ¡Bienvenido (a)! Eres libre de comentar, me encantaría leerte. ❥❥❥❥❥❥❥❥❥❥❥❥❥❥❥❥❥❥❥❥❥❥❥❥❥❥❥❥❥❥❥ Atravesé las puertas de cristal del enorme edificio moderno, saludé al guardia de turno como solía hacerlo, y presioné el botón para llamar al asensor. Todo lucía ordinario: el edificio, las personas y la actitud; era precisamente eso, lo que permitía esconder el secreto del giro del “negocio” a la perfección. Tenía exactos 5 minutos para llegar a tiempo a mi clase, porque a las reuniones previas ni me paraba. -¡Elam! –No necesité girarme para saber que era Diego quien me llamó. Detuve mi andar aguardando por él, saqué de mi bolsillo un cigarrillo y lo encendí, para no desaprovechar el tiempo de espera. Sentí el sabor mentolado por mi garganta, a la vez que los efectos relajantes surtían efecto en mi sistema. –¡Sabes que está prohibido fumar aquí! –Le di una larga calada al cigarrillo. Era la primera vez en el día que lo veía, y su expresión ya era como la de mi madre: ofendida con una extraña mezcla de severidad, tenía una ceja alzada y los labios ligeramente separados, lo suficiente para apreciar que estaba apretando los dientes. -Y sabes que me vale madres. –Le solté con total despreocupación. -¡j***r Elam! –A pesar de que arrancó el cigarrillo de mi mano, sólo me carcajeé. Él, a pesar de ser de mi edad, debía de mantener su figura de autoridad, después de todo pertenecía al Comité Ejecutivo. –¡Deja de estar desafiando las reglas! –Si se lo permitía, iba a continuar reprendiéndome. -¿Has venido sólo a molestar? –No le oculté mi fastidio. –Porque tengo que dar una clase. –Entonces, supe que iba a ceder, porque escuché su resoplido de desagrado y resignación. -Cuando termines, vas al cuarto piso, te espero en mi oficina. –Eso sólo significaba que me enviarían a una misión. Se acercó lo suficiente para hablarme al oído, casi como un susurro, pero sin evitar la rigidez en la reprimenda. –Y deja de estarte comportando como una niña. Sólo porque eres de los pocos agentes que viajan en el tiempo sin una máquina, no significa que puedes hacer lo que se te pega la regalada gana. –Me carcajeé otra vez en lo que él se alejaba, notando su rostro de molestia conmigo. -¡En dos horas estaré ahí! –Le grité en medio de mis risas, para que estuviera enterado de cuánto tiempo estaría ocupada. Caminé hacia el aula que me correspondía. Sintiéndome triunfante porque, de ser otro agente, ya me hubieran sacado de la Corporación hacía mucho tiempo atrás. Yo no había comenzado con esa rebeldía, no. Yo había escalado desde lo más bajo. Primero, rogando por un lugar, estudiando, preparándome para las pruebas físicas; sumisa, escuchando y obedeciendo cada orden. Pero la Corporación cada vez cambiaba más y más, cada día las políticas eran más restrictivas, el personal más hermético y las misiones, más exclusivas. Ese era el motivo por el que mi generación se encontraba impartiendo: “clases.” -Buenos días. –Saludé sin ánimo al grupo de 10 personas que estaban ahí para prepararse. Me correspondía hablarles acerca de la historia de los viajes en el tiempo; así como de la Corporación. Debían cumplir con esa burla de “materia” antes de siquiera formar parte del personal. Y para ser sincera, si acaso solamente uno llegaría. Las pruebas estaban diseñadas de esa forma, para que poca gente alcanzara la meta. -Bueno días Señorita Elam. –Saludaron prácticamente al unísono. Me senté sobre el escritorio, y volví a encender un cigarrillo frente a mis alumnos, que seguían sin acostubrarse a ver mi desfachatez constante. –¿Dónde nos quedamos? –Pregunté restándole importancia al asunto. -Nos iba a hablar acerca de las máquinas del tiempo. –El cerebrito del salón como siempre me recordó el dato. Incliné mi cabeza como señal de gratitud, aunque por dentro la repulsión se acrecentaba. -¡Bien! Como en la clase pasada les mencioné, después de décadas de investigación, la teoría pudo ponerse en práctica, y la primera máquina del tiempo tuvo éxito en viajar hace 15 años. La máquina, estaba diseñada para poder atravesar el agujero de gusano que fuimos capaces de formar. La máquina solo tenía espacio para una persona, y cuando la vean por primera vez, les parecerá una chatarra. El asunto es, que sólo tuvo éxito viajando una sola vez; en el segundo intento, la máquina con el tripulante se extravió. –Los semblantes asombrados no pasaron desapercibidas para mí; mientras que hablar en voz alta acerca de eso, ya no me afectaba en lo absoluto. –Después de eso, comenzaron a estudiarse las posibles fallas. Al realizar ciertas mejoras fue cuando se decidió cambiar los modelos, que fueron considerados desechables, ya que apenas si alcanzaban a realizar un viaje completo. Era demasiado gasto de presupuesto y ese fue el motivo para descontinuarlo. – -¿Cuál era la falla por la que se consideraban desechables? –¡Ahí estaba! El cerebrito de la clase interrumpiendo. -El campo magnético que se crea alrededor del agujero de gusano, genera un impulso electromagnético. Cuando la máquina se exponía en dos ocasiones a él, fundía de manera permanente la parte electrónica que encendía la computadora principal; y cambiarla, resultaba casi igual que hacer una máquina completamente nueva. –Lo vi agachar la cabeza para tomar las notas correspondientes. -Con el continuo estudio de las fallas, fue cuando la tercera generación de máquinas llegó. Fue todo un éxito. A partir de ella, se comenzó a desarrollar la tecnología para comenzar haciendo máquinas más pequeñas, hasta la inexistencia de las mismas para poder viajar. –Vi la transición en sus rostos, hasta que quedaron completamente asombrados. –Más adelante, conocerán a los hombres de hielo, los primeros agentes en viajar; que pareciera que no tienen necesidad de máquinas. Pero, permítanme adelantarles, esa generación viajaba con un traje, que terminó siendo absorbido por sus cuerpos, y con la combinación del agujero de gusano, fue lo que dio paso a las consecuencias en sus cuerpos. Son seres humanos, con cuerpos helados que emanan frío, capaces de manipular los átomos a su alrededor, dando la apariencia de que tienen superpoderes, como: crear hielo o torbellinos. No obstante, no se dejen impresionar, ellos siguen siendo seres humanos. –En ese instante, el sonido que daba aviso a que la clase había terminado, se escuchó. -¡Bien! Mañana continuaremos y los llevaré a que vean una réplica de la primera máquina del tiempo. – Bajé del escirtorio de un saltito, para salir del aula. -¡Hasta mañana Señorita Elam! –Me gritaron algunos cuántos estudiantes, pero yo sólo levanté mi mano en señal de despedida. Caminé a paso firme hacia el cuarto piso, el momento para saber de mi siguiente misión, había llegado.
Free reading for new users
Scan code to download app
Facebookexpand_more
  • author-avatar
    Writer
  • chap_listContents
  • likeADD