Capítulo 2
En cuanto el vehículo detiene el motor, se baja para arreglar algunas formalidades mientras su piloto y sus técnicos echan un último vistazo al mecanismo. Una vez comprobado todo, se acomoda y en menos de un minuto su jet ya sobrevuela las tierras camerunesas. Estaba ansioso por volver a los brazos de su mujer. Una semana sin verla ni tocarla era un tormento para él.
Aunque pasó la mayor parte de su descanso chateando en videollamadas con Gretel, llegó a la conclusión de que no era suficiente. Siempre había odiado estar lejos de ella, por eso cada vez que viajaba a otro país o continente siempre se la llevaba consigo, pero por desgracia esta vez y la anterior no fue posible debido a su embarazo. Una sonrisa se dibujó en sus labios al recordar el día en que le dijeron el sexo del bebé. Iba a poder pasar tiempo con él en su gimnasio y jugar al fútbol con él. Durante todo el viaje había estado repitiendo sus momentos clave con su mujer y consigo mismo.
Había estado sonriendo todo el tiempo, por suerte había viajado en su jet privado, de lo contrario muchos habrían pensado que estaba loco, pero en realidad era sólo el fruto de su felicidad. Bajó del avión a toda prisa tras el aterrizaje. Eran las siete de la tarde en punto cuando aterrizó en Costa de Marfil, y lo primero que hizo fue marcar el número de Gretel, que sólo contestó después de varios timbres.
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Dylan: ¿Por qué has tardado tanto en contestar? ¿Va todo bien? Tranquilízame
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Dylan: ¡Sí nena! ¡Sólo que tu preciosa novia acaba de arruinar mis posibilidades de desarrollar mis antojos un poco de ensalada quiero decir!
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Dylan: Prefiero tumbarte en la encimera de la cocina y saborearlo hasta que me lo metas en la boca
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Dylan: Me hubiera gustado hacer cosas muy malas pero como llevas a mi hombre, solo haré un par de cosas rápidas....
Su voz retumbaba al otro lado de la línea
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