Adrik despertó mirando el cielo oscuro, escuchaba el característico sonido de la vida nocturna en un bosque o un amplio jardín. Al parpadear se dio cuenta que Magno estaba junto a él, lo veía ceñudo y su mirada expresaba gran preocupación.
—¿Adrik, me escuchas?
Adrik se movió de lado para sentarse bien. Todavía se sentía un poco confundido. Parpadeaba mirando que a su alrededor estaba el jardín trasero de la casa de su padre.
—¿Dónde estoy? —Preguntó todavía con leve aturdimiento.
Aún sentía muy real haber estado junto aquella hermosa dama que con cariño lo sostenía de una mano adentrándolo a un bosque de aspecto cálido y con la luz de un sol en verdad de otro mundo.
—Te traje este condenado lugar. Sabía que aquí volverías en sí. Perdiste la conciencia luego de que ese maldito mur
