Prefirió volver a su gran casa en las orillas de Santorini, luego de tener un buen rato con Alysa. Se duchó y volvió a salir, aprovechando que Marco y Magno seguían dándole espacio. Tenía un poco de hambre, y se sentía ansioso.
Estacionó el vehículo al llegar a uno de los lugares más concurridos. Cogió el teléfono metiéndolo en uno de los bolsillos de su pantalón de mezclilla. Buscó con la mirada entre la gente estando seguro que nadie ajeno a sus escoltas le perseguía o se veía sospechoso. Haber dejado la casa de Alysa sin seguridad lo ponía un poco ansioso. Se ajustó las gafas oscuras al pecho, y caminó a grandes pasos dirigiéndose a la playa.
Miró a varias mujeres, muchas de ellas hermosas, otras extranjeras. Pronto miró a una que se asomó a su lado, sonriéndole. De cabellos lacios
