Los besos apasionados siguieron sin que Lenet pudiera evitarlo. Muy interiormente quería rehusarse, pero Valentino sabía muy bien como darle los besos más dulces; esos que nunca antes había experimentado. ¡Cuánto influían esas condenadas imágenes! Seguían tentándola y a la misma manera ese amor quemándola como un fuego que se esparcía en todo su ser.
Valentino por su parte, temía contarle la verdad. ¡Cuánto anhelaba gritar a los cuatro vientos que la amaba intensamente! No importando que estuviera comprometido. En cada beso que daba y recibía había un intenso deseo de dejar todo correr. Anhelaba que la mujer que tanto soñó amar no preguntara por asuntos serios, sino que ambos fueran libres de ser partícipes del destino para que por fin sucediera lo que tuviera que ser. No le importaba lu
