Con la respiración agitada, tan agitada lo besé de vuelta. Cristóbal tiene en sus ojos azules grisáceos la mirada más asustada y entusiasmada del mundo.
Las doce en punto apuntó el reloj, la atmósfera es extraña el frío se sintió de repente como calor y la lluvia golpeó con más fuerza sobre las ventanas como intentando detenerme de mi acto, pero sus labios no sólo son suaves, sino también míos, y estoy cansada de pensarlo demasiado todo.
Ambos nos quedamos en un silencio apenas soportable.
—Bueno, no sé tú pero creo que yo sí necesitaba este beso. –Sonaba tranquilo, ¿Por qué está tan tranquilo y yo sigo agitada?
—De acuerdo. —Sólo pude decir eso, sé que está siendo cuidadoso, sus ojos viajan a los míos de vez en vez para contemplar mis reacciones, sin embargo intentaba mantener su vist
