Comienzo a colocarme mi camisa, mientras escucho a Leilah en la ducha, comenzando a tararear una suave melodía. Miro su vestido y ropa interior tirada en el suelo de la habitación y coloco a ambos sobre la cama para que pueda vestirse. No estoy seguro de que quiera que asalte su trasero si se agacha para recogerlo. Sonrío con sorna por los pensamientos extraños que se me ocurren, aunque me imagino la expresión de Leilah si llego a hacerlo realidad y me causa gracia. La habitación se encuentra en completo silencio, pero se ve interrumpido por el molesto sonido de mi celular, que tomo antes de que comience a molestarme su sonido insistente. —¿Diga? —No viniste a dormir —dice Peter con aparente tono indiferente, pero que conozco bien y tiene implícito una acusación—. ¿Tan fácil fue?