Suelto un suspiro y quito mi mascarilla, luego de suturar, y aún con el sudor corriendo por mi frente. Saco también los guantes quirúrgicos y me apresuro a sacarme el resto de la ropa para cirugía. El doctor Moreira me dice algo de un familiar y salgo del quirófano, luego de estar cuatro horas y media en él. El cansancio mental me hace sentir terriblemente mareado y por un momento me pregunto si es mejor desistir de la idea que me había asaltado momentáneamente, cuando removía el último trozo de carcinoma del señor Parker. Sacudo la cabeza y veo a su esposa, que de inmediato se levanta al verme y toma mis manos, besándolas de manera efusiva. —Gracias, doctor —su voz está quebrada de emoción—. Gracias por hacer la cirugía de mi Johnny. —Es mi trabajo, señora Parker —le brindo una pequ