Me encuentro en la sala del gym de la casa, entrenando de manera incansable, tratando de olvidarme de aquella ocasión que solo da vueltas a mi cabeza. En el momento de la ducha con Leilah, sentí sus dedos por mi tatuaje y no pude evitar tensarme porque es una época de mi vida que prefiero no recordar mucho. Ella parecía con ganas de preguntarme en la habitación, pero quizás mi actitud le haya hecho desistir. De todas maneras, es algo que no debería querer saber. “Ella va a querer averiguar todo, ya lo verás,” me había dicho Peter, pero no le había prestado mucha atención. Paso mis dedos por el tatuaje, haciendo una mueca y recordando el día que me lo había hecho. Louis Jacobson había presumido el suyo en una de esas fiestas de jóvenes alocados con alto nivel de alcohol y mi deseo cre